Como las putas en Cuaresma...
Al final, como se veía venir, la noche del sábado no va a ser la que yo deseaba. Y casi mejor que Anita no haya venido, porque estoy bastante fastidiao ahora mismo.
No ha hecho falta esperar al lunes para saber con certeza que sí, que los buenos tiempos en mi trabajo, buenísimos en realidad en este último mes, puede que no vuelvan nunca. Al final Sandra pasa a un departamento nuevo, pero no así yo, o no exactamente. Mi enchufe, que en realidad no se ha ido de la fábrica sino que también cambió de departamento en su momento, me ha repescado para hacer labores de lo que alguien ya ha bautizado como de chico de las mudanzas. Y para mí debería ser bueno, porque en principio no estaré encasillado en una labor monótona y aburrida y por ello el tiempo de trabajo se me hará más ameno. Y también por los nuevos compañeros, que en realidad ya conozco.
Lo que me duele es que Sandra no ha tenido tanta suerte. Me revienta que en esta puta fábrica no valoren a quien se lo merece y la vayan a tener puteada lo que queda de mes para luego igual tirarla a la calle. Y que gente como yo, que ni se lo ha ganado ni lo necesita, mantenga su puesto a costa de gente como ella. Sé que no es mi caso, o igual sí, pero el viernes me jodió muchísimo ser un enchufao. Me entraron ganas de llorar de pura rabia, pero pude contenerme. No como ahora, que a duras penas alcanzo a ver la pantalla de mi ordenador.
Le cambiaría mi puesto con mucho gusto. Ella estaría mejor acompañada, y yo no me sentiría tan mal. Soy tan idiota que me preocupo demasiado por la gente a quien quiero, y no me importaría aburrirme ocho horas al día con tal de verla contenta, cuando la viera. Ella sabe que lo digo sinceramente, pero los dos sabemos que eso no es posible, y que sólo nos queda esperar a ver qué nos depara el futuro. De momento, turnos distintos y más adelante ni siquiera estarán solapados, así que ni café juntos ni nada.
A pesar de todo, hasta ahora lo llevaba muy bien. No sé por qué extraño motivo estaba yo tan animado, ni quién coño me ha convertido en el optimista que, en vez de ahogarse en un vaso de agua, ayer no hacía más que buscarle el lado bueno a todo. Con lo depresivo y pesimista que he sido yo siempre, menuda ironía. Supongo que veía a Sandra alicaída y no me quedaba otra que intentar hacerla sonreír a cualquier precio. Y creo que lo conseguí, y ella lo hizo conmigo.
Y conseguimos irnos por la noche a cenar y a tomar unas copas con unos amigos dejando atrás todo esto y muchas cosas más. Ella ahogó sus penas, incluso las que no debería tener, y yo pasé una noche que no olvidaré en mucho tiempo. Y han pasado tantas cosas en las últimas 48 horas que no sé por dónde empezar, cuando en realidad debería dejarlo ya por hoy.
Mejor sigo mañana, que tendré tiempo ya que no creo que vaya ni a la mascletà. Porque estoy, como dicen en mi pueblo, como las putas en Cuaresma...
Pues me alegra saber que el pesimismo se te esta yendo..Y digo yo, no deberias cambiar a Anita por Sandra?? Te veo muy puesto en ello...
Consejo, no le des tantas vueltas, seguro que el trabajo te ira de p.m... y todo se arreglará con Sandra, laboralmente me refiero...
Ten paciencia, jolin!!
Besoooooooos
En mi trabajo también he ido viendo como caían amigos. Pero te digo una cosa, creo que ahora todos están mucho mejor de lo que estaban entonces.
No hace falta ser sindicalista para darse cuenta de como se dirigen hoy en dia las empresas.
No te culpes por no ser tu el que está ahi, tampoco es algo que tu puedas controlar, verdad? Eso si, me alegro de esas notas de optimismo que poco a poco van saliendo.
Un abrazo, nos vemos ;)
Publicar un comentario
<< Home