En casa del pobre
Han sido unas navidades muy extrañas, y sobre todo, tristes. A la falta de un entorno familiar y festivo en unas fechas tan señaladas, se unió un ambiente extraño en el trabajo. Se nos acababa el enésimo contrato en la fábrica, y parece que lo haces, pero nunca te acostumbras a ello. Futuro incierto, y separación de tus amigos, que no ya simples compañeros.

Por una vez en mi vida, he pasado unas navidades que no quisiera recordar nunca. Lo cual no quiere decir que ya no me gusten las navidades y no me vuelva a ilusionar el año que viene, porque al menos sí que guardo un recuerdo que merece la pena conservar: la cara que pusieron Sandra y Taku cuando les hice un pequeño regalo a cada uno. No fue por las fechas en que estábamos, sino porque me apetecía, que es de por sí condición necesaria y suficiente para regalar algo. Y también porque no sé cómo expresar lo agradecido que me siento de poder disfrutar de su compañía.
Después vinieron unos días libres para desconectar de todo, y bien que lo hice con el tema de Inés y pasando tiempo con mis padres. Y ahora, tras unos días de vacaciones no remuneradas (en la cola del paro), me han vuelto a llamar en la fábrica. Estaba cantado, por algo soy sobrino de alguien que allí es alguien, aunque tampoco sea un jefazo. Lo que era más difícil era que volviéramos todos los más que compañeros. Así que hemos vuelto los enchufaos (yo y algún sobrinísimo más), y los que valen. Entre ellos Sandra.
Por desgracia no hemos vuelto todos los del grupito que ambos más apreciábamos. Ni Taku o Ximo, ni Mario, pero a pesar de eso, el cambio en mi estado de ánimo ha sido abismal. Si hay alguien a quien me alegro de volver a ver, es a Sandra, y poder pasar más tiempo con ella. Especialmente ahora que vuelvo a estar risueño y ella también puede (o eso espero) disfrutar de mi compañía.
Así que esta semana he vuelto al tajo, y hacía tiempo que no me encontraba tan bien. Lo malo es que mis planes para visitar a Inés se han venido abajo. Sé que lo haré tarde o temprano, porque ya toca, y aunque mis amigos no me crean, mis intenciones con ella no son las que parecen. Hace mucho que no la veo, y encima ella está pasando un mal momento en el cual me gustaría darle mi apoyo. Aunque seguro que tiene quien la ayude y no me necesite a mí.
Y también, aunque esto lo haré más temprano que tarde, se han complicado los planes de visitar a Anita. No es que haya pasado nada especial estos días que me haya hecho replantearme el volver a verla. Es solo que desde la última vez que nos vimos, también me apetece verla y devolverle la visita. Ella me echa en cara que no haya ido ya, y yo no tengo motivos para negarme. Sólo excusas. Y algún día se me acabarán. Como digo, más temprano que tarde.
Pero no podía ser todo tan bonito. Hoy me han dicho que la semana que viene no tendré un turno fijo como Sandra, sino que paso a hacer dos turnos, por lo que ya no coincidiré tanto con ella en el trabajo. Tengo que hacerme a la idea, porque seguiremos viéndonos todos los días, así que no es para tanto. Pero ya se jodió el asunto, con lo feliz que estaba yo. Qué poco dura la alegría en casa del pobre.
Actualmente escucho: Voces de ultrarumba (Estopa)
Bueno, algo es algo, y una mejoría en tu ánimo ya es algo bueno. Pero aun espero el día en q tus escritos sean mas felices q tristes, pasa de los malos momentos y saca algo bueno de cada cosa!!
Un beso :*
Bueno, algo es algo, y al menos la podrás ver, aunque no coincidas tanto... el q no se consuela es porque no quiere.
Besotes
Bueno, lo importante es adaptarse a los cambios. Una vez lo hayas hecho, no notarás tanto la diferencia. Mira lo positivo, estás de nuevo allí.
Y a ver si haces todos esos viajes pendientes, que yo creo que te ira bien.
Un beso
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