Viejas heridas

Cuando el padre de Vicente falleció, ninguno de nosotros se enteró de nada hasta dos días después de que pasó todo, porque el propio Vicente nos lo ocultó. Eligió voluntariamente callarse todo lo referente a la enfermedad de su padre y tratar el tema en la intimidad de la familia. Dejamos de vernos tan a menudo, y aunque le veíamos preocupado, no sabíamos a ciencia cierta por qué. Compartida o no, su decisión fue eso, suya, y en el fondo se puede decir que fue una decisión valiente.

Angel no está bien. Angel es mi tío, le conozco desde siempre, desde que tengo uso de razón. De pequeño era mi mejor amigo del barrio, vivíamos a dos manzanas, apenas nos separan tres años y medio de diferencia, y no es que fuera como de la familia, es que era de la familia. Compartimos muchas cosas, crecí con él siempre presente en mi vida, y puedo decir sin temor a equivocarme que le conozco bastante bien.

Dudo que ahora que su madre está enferma, haya tomado una decisión como la de Vicente. Se encuentra triste, y es lógico. Si ya salía poco, ahora sale menos, pero no creo que sea por decisión propia. Es demasiado responsable, los problemas le comen por dentro y no sabe llevarlo bien. No sale de casa por no separarse de su madre, y aun así afirma no tener tiempo ni de mirar el correo electrónico. Ojalá me equivoque, pero parece algo grave y no me refiero a mi abuela. Es en momentos como este, a mi parecer, cuando tienen que entrar en acción los amigos.

Y Vicente es su amigo, y de los buenos. Se conocieron en el instituto, y si las matemáticas no me engañan, hace ya unos quince años de eso. Yo diría que son muy buenos amigos. Y aun así, me consta que Vicente ni le llama ni le propone quedar ni nada de nada. Ante mi insistencia para jugar a frontón el fin de semana pasado, conseguí que diera un pequeño paso. "Sin ánimo de molestar a quien no quiere ser molestado, le he mandado un SMS".

¿Pero quién coño le habrá dicho que Angel no quiere ser molestado? ¿Acaso se piensa que todos somos igual que él? Dudo mucho que Angel no quiera que le llamemos, más bien al contrario, necesita que le saquemos de casa aunque sea a rastras. Y gracias a mi insistencia, es lo que hicimos el domingo, aunque fuera para pegarle cuatro pelotazos a una pared, que es como más tiempo hemos pasado los fines de semana de los últimos diez años.

El caso es que ayer, pensando sobre nuestro encuentro del domingo, me di cuenta de una cosa. Desde que me operaron hace año y medio he dejado por voluntad propia de ser el que organizaba nuestros encuentros. Me cansé de ello y pasé un poco de todo. Después de eso, o tal vez antes, no lo recuerdo, tuvimos el jaleo del padel, y me llevé algún que otro cabreo monumental con ellos. Mis correos electrónicos hacia ellos dejaron de ser lo que eran, conscientemente. Alternativamente pasaron de inexistentes a llenos de indirectas. Al final no había muchas cosas que me callara, y las indirectas pasaron a ser auténticos torpedos a la línea de flotación.

Pues me he dado cuenta de que el domingo, tras una hora jugando y casi dos horas juntos en total, Vicente no me dirigió la palabra. Es más, ni siquiera me miró a la cara. Puede que tenga motivos para estar molesto conmigo, pero yo también con él y no por eso dejo de hablarle. Pero tampoco es algo que me preocupe, estoy un poco harto de aguantar sus rarezas, y si no he discutido ya con él es porque no es mi estilo.

Lo que me preocupa es que quedé en llamar a Rafa, el cuarto en discordia, tras mi intervención de ayer, para quedar este fin de semana los cuatro. Parece que ha captado mi mensaje de que hay que sacar a Angel de casa, y por primera vez en muchos meses, me llamó el domingo por teléfono para postponer su marcha al pueblo este fin de semana y hacer algo aquí los cuatro.

La intervención de ayer fue bien, en realidad no fue casi ni operación. Sí, fue en una mesa de quirófano, y sí, me hicieron ponerme esa bata que te deja todo el culo al aire, pero fue bastante rápido, y ya hace mucho que perdí la vergüenza a enseñarle el culo a todo el que quiera verlo (y en ocasiones también a quien no quiere). Y me encuentro bien, aunque me gustaría guardar reposo estos ocho días hasta que me quiten los puntos, pero supongo que le debo una llamada a Rafa. Todo sea por la amistad, y por mi tío.