Se acabó
Ya veo que no os ilusiona montar la red igual que a mí. No lo entiendo, pero lo respeto. Tal vez hemos cambiado lo suficiente como para no tener los mismos gustos, aunque la diferencia de edad no es tan grande. ¿Qué son tres años para alguien que ronda la treintena y con una amistad que dura ya más de diez? Yo también he cambiado. A diferencia de vosotros, no echo de menos nuestras partidas semanales de frontón, esas con las que empezó lo nuestro. Pero lo de la red me ha pillado por sorpresa. Qué desilusión, de verdad, no os lo podeis imaginar. Me habéis hundido.
Las cosas han degenerado entre nosotros en los últimos años. Tal vez no os habeis dado cuenta, pero yo sí. Sigue habiendo risas, pero cada vez más a menudo me llevo berrinches con vosotros que no debiera, y que escondo para mí. Y me los trago con la esperanza de que sean tonterías mías y que todo volverá a ser como antes. No monto un pollo ni tenemos broncas, porque no es mi estilo. Pero ya está bien. Estoy hasta las narices.
No tengo fuerzas para seguir luchando, para sacar adelante una amistad que creí duraría eternamente. Como en una pareja, hemos entrado en una rutina que no me gusta nada. El amor también se acaba, ¿por qué la amistad habría de ser diferente? En estos casos, pienso que lo mejor es acabar cuanto antes. Ya sé que no sospechábais nada, pero no aguanto más. Esto se tiene que acabar.
La semana que viene montábamos la red (nuestra pequeña LAN party para darle al vicio y compartir archivos). Siempre que nos hemos reunido los cuatro locos con nuestros locos cacharros lo hemos pasado en grande. Contradiciendo el principio de incertidumbre de Heisenberg, hemos encontrado el momento (puente del 1 de Mayo) y la posición (mi casa) simultáneamente. Pero ahora no os apetece. De verdad que a veces no os entiendo. Y estoy muy cansado.
Creo que lo mejor es que dejemos de vernos, y que cada uno rehaga su vida por su cuenta. Será duro, lo sé. Pero yo necesito alguien que comparta mis ilusiones, que no me haga sentir culpable por ser como soy, por tener convicciones profundas, y que no se ría de mí cuando las defiendo. Y vosotros os merecéis alguien menos maniático que yo. Reconozco que a veces puedo ser difícil de entender. Pero no me echeis a mí toda la culpa.
Sin rencores, no quiero que acabemos mal. Vedlo simplemente como un cruce de caminos en el que nuestros destinos se separan. Sí, a lo mejor son paranoias mías, pero eso sólo el tiempo lo dirá. Puede que algún día nuestros caminos se vuelvan a cruzar. Pero ahora necesito tiempo.
Sería más fácil si pudiera personalizar en mis reproches, pero no puedo. No sería justo. Soy yo quien no funciona, quien no entra en lo que viene siendo la dinámica del grupo últimamente. Sois un todo indisoluble, y al único al que puedo apartar es a mí mismo. Por eso lo hago.
No sé qué pasará con mis amigos. Me siento mal, y cuando pase el momento y el recuerdo del chasco de esta mañana se atenúe, puede que no sea capaz de hacer lo que mi corazón me ha hecho pensar en pleno bajón moral.
Al fin y al cabo, no todos se merecen por igual que les abandone.
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