Las oscuras golondrinas

Creo recordar de mis clases en el instituto la teoría de algún aburrido filósofo. Aburrido al menos para mí, que no disfrutaba precisamente las clases de filosofía, excepto por el profesor, que pese a su excesiva disciplina fue de los mejores que tuve en COU.

Pues he recordado estos días el famoso eterno retorno, de Nietzsche (joder, no me acordaba cómo se escribe). Primero, por la extraña idea en sí de que todo va a repetirse un número infinito de veces, y segundo, porque he vuelto a pisar mi instituto hace poco.

Y es que si hay un verbo que aparece en mi vida estos días, es volver (en su acepción número 23, nada menos).

Vuelvo a tener dificultades con mi archienemigo el teléfono, que no sé si es causa o efecto de mis deterioradas relaciones sociales. Ayer llamé a Taku tras semanas sin hablar con él, y quiero llamar a Sandra este fin de semana, pero bien que me cuesta. Y me gustaría volver a hablar con Inés, pero eso lo veo más lejano.

Resulta que el miércoles vuelven a operarme del quiste pilonidal. No es en realidad una operación como la de hace año y medio, pero tampoco sé hasta dónde me afectará para impedirme hacer "vida normal", por lo que me gustaría volver a jugar a frontón con mis compañeros aunque sólo sea un día, este fin de semana, para recordar lo que era. No lo he hecho antes por miedo a la herida, pero ahora si se abre más... total, el miércoles me van a intervenir de nuevo, así que no pierdo nada.

Por lo mismo, claro, me gustaría salir este fin de semana. No he vuelto a hacerlo desde mi cumpleaños, que ya hace casi un mes, y para eso los más indicados son Taku y Sandra. Que no es que me haya olvidado de ellos, ni mucho menos, pero cada uno tiene su grupo de amistades y su vida, y no puedo pretender formar parte de eso como cuando nos veíamos a diario por el trabajo.

Y además de todo el tema de la operación, está lo del instituto. No llevo nada bien lo de estar dos meses en el paro y sin apenas salir de casa, así que mientras me sale algo "de lo mío" o no, voy a volver a estudiar. El radiofir no está descartado, pero además he hecho la preinscripción para un par de ciclos formativos que están relacionados con todo esto que ya empecé a estudiar el año pasado. Así que no sólo volví a pisar un instituto (mi futuro instituto si finalmente me matriculo), sino también el antiguo para pedir un certificado de mis notas.

Y me sentí extraño (que no viejo) rodeado de tanto chiquillo, e incluso muy nervioso en cierto momento que prefiero no recordar, pero no sentí demasiada nostalgia, que hubiera sido lo típico en mí. Al fin y al cabo sólo estudié allí un año, el de COU. Me emocioné mucho más, ese mismo día, sólo con pasar en coche por la puerta del otro instituto, donde hice los tres años de BUP.

Allí es donde volvió a volar mi mente ayer mismo. Me bajé uno de esos discos que escuchaba por aquel entonces, uno que escuché, por lo menos, un millón de veces en el verano del 92 en mi walkman. Cuando lo puse a descargar no pensaba en aquellla época, pero a los pocos segundos de volver a escuchar una canción en concreto, la transformación fue inmediata. Se me puso la piel de gallina, cerré los ojos sin darme cuenta, y me puse a cantar la canción palabra por palabra como si nunca hubiera dejado de escucharla.

No tardé mucho en perderme en recuerdos de esa época, de la chica en la que pensaba por aquel entonces, mi primer amor, y tampoco tardé en releer algunos poemas que también descubrí en aquellos tiempos. Por supuesto, antes de llegar a uno en concreto, yo ya lo tenía en la cabeza. Volverán las oscuras golondrinas...