Un verano sin internet (I)
El lunes, aparte de la llamada perdida de Inés, tenía otra en el móvil que tampoco me esperaba: de Arlén. Ha vuelto a entrar en la fábrica, y aunque no estemos en el mismo departamento, nos vemos a diario. Incluso haciendo un pequeño ajuste en mi horario (ya que ella lo ha intentado pero no ha podido) podemos comer juntos algunos días.
No deja de sorprenderme el cariño que parece tenerme esta chica, teniendo en cuenta lo poco que he hecho yo para merecérmelo. Nunca olvidaré el abrazo que me dio en aquella ocasión, pero ayer tampoco fue la primera vez que estamos hablando y me planta un beso en la mejilla sin venir a cuento.
La alegría para mí fue doble. Primero, por la muestra de afecto inesperado. Y segundo, porque tal vez Anita no tenga tantos motivos como parece para temer que yo me retire si ella intenta besarme por sorpresa.
Lo cual no sé ella, pero yo sigo deseando que ocurra la próxima vez que nos veamos.
¿Sabes? Me alegro de que a pesar de todo, tu corazón no cierre las puertas :)
El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y yo soy bastante animal.
Carambas, espero que las cosas te vayan de maravilla...
Publicar un comentario
<< Home