Green Day rocks !!

Sigo vivo, aunque no lo parezca. Ha sido una semana muy larga, y el finde tampoco parece tan tranquilo como yo desearía: tengo visita familiar en casa.

Todo empezó el lunes. Como ya dije muchas veces (aunque alguien parece no haberse enterado del todo) me fui a Barcelona a ver a Green Day en concierto. No quisiera extenderme en la narración, pero me temo que lo voy a hacer: fue memorable. Al menos para mí, aunque reconozco que para algunas cosas soy fácil de satisfacer.

Han pasado muchos días, y eso hace que algunos detalles se olviden. Voluntariamente, no he querido escribir nada sobre el concierto hasta ahora, porque así lo que uno recuerda es lo que realmente merecía la pena recordar. El resto son menudencias.

Luego está el efecto contrario, que al pasar el tiempo no sólo olvidas lo menos importante, sino que te das cuenta de cosas que en un primer momento no piensas. Como por ejemplo, que no tocaron ni mi canción favorita del último disco, ni la del Warning, ni la del Insomniac. Y aún así fue la caña.

Tengo que hacer un breve inciso antes de seguir. Quiero agradecer a Carlos el reportaje fotográfico. La cámara era mía, pero la gran mayoría de las fotos son obra suya. Yo no habría sido capaz de hacer ni una sola foto durante el concierto, y ni tan solo la mitad de las que hizo él en el antes y el después.

Gracias a las fotos, por ejemplo, me queda para el recuerdo el viaje en tren, desde el mismo momento en que mi colega Carlos (un tercio del grupo viajante, junto con mi tío A., el otro tercio) me vio llegar a la estación y se partía el troncho de risa al ver mi camiseta. O luego, cuando él mismo me despertó en el tren porque venía el revisor, y éste ni siquiera nos pidió los billetes.

Ya en Barcelona, fuimos a toda prisa al hotel, en realidad un hostal, situado en la misma Gran Vía. Un edificio antiguo, muy apañao, y la habitación era más que decente, sobre todo si tenemos en cuenta lo que nos costó. Total, para ducharnos y dormir apenas cinco horas no necesitábamos más.

Cuando llegamos al Palau ya habían abierto las puertas del recinto. Aprovechamos para hacernos unas fotillos, y yo para pillarme la camiseta de la gira. No es que me avergonzara de la que llevaba, pero...

¿Me habré equivocado de concierto?

Tuvimos la suerte de entrar a tiempo de coger sitio abajo, de pie. Aunque éramos los abuelos de esa zona (todos los mayores se quedaron cómodamente sentaditos arriba, los jodíos), tampoco éramos los únicos.

Lo que no podía ser es que hubiera niñas (y ojo que no digo niños, y lo digo bien) de edades que no superaban los quince años ni de coña. Así pasó: que cuando empezó el jaleo, y el jaleo llegó ya con los teloneros, tuvieron que abandonar la zona y huir a las gradas. Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. ¡Que un concierto de punk-rock-llámalocomoquieras no es Operación Truño, leñe!

Porque mira que hacía calor, pero a lo bestia. Y la gente saltando y empujando, y vuelta a saltar, y empuja tú que si no te estampas con el de delante, y cuidao que este me pisa si no salto... A los dos minutos empecé a notar chorrear un liquidillo por las corvas y recé para que fuera sudor y no sangre de la heridita de marras. De la cual no me acordé en toda la noche, dicho sea de paso, lo cual indica lo bien que me lo pasé.

De todo esto hay fotos, que como comprenderéis no puedo poner en su totalidad a disposición del público, aunque estoy pensando poner un Photoblox o algo así (a SaLi le queda muy chulo). Hay fotos míticas, aunque del grupo en sí no han salido muy bien.

Lo cual es normal por otra parte, con tantas manos levantadas y tanto movimiento. También está la foto, por ejemplo, en la que me doy cuenta de que mis pantalones transparentaban con tanto sudor después del concierto. Gracias a dios, ese día llevaba gallumbos, aunque tampoco es que haya mucho que ver por ahí abajo.

Y luego está la foto. Esa noche tragué más humo de maría que en toda mi vida, y eso que tengo un primo aficionado a los canutos y cuando le visito no se corta un pelo en fumar delante de mí. Además, un grupo de chavalines entraron al concierto un par de botellas (de cristal), una de las cuales parecía whisky. Pero dudo que esa foto que me hicieron estuviera motivada por ninguna de las dos cosas, porque yo no bebí y tampoco noté el efecto el humo.

Tampoco pudo estar motivada por el género femenino que nos rodeaba, que era abundante, joven, y con escasa ropa (el calor, conforme avanzaba la noche, hizo que la ropa de todos los presentes fuera desapareciendo aún más). Tampoco pudo ser por eso, porque la foto me la hizo Carlos antes de que empezara la música y los empujones nos separaran a los tres, y por entonces aún estábamos todos medio vestidos.

Así que desconozco la causa, por lo que tengo que darle todo el mérito de la foto al autor de la instantánea. Un buen paparazzi siempre está ahí para captar ese momento. Y ese momento se produjo, y mi amigo me hizo la peor foto que me han hecho jamás, y dudo que nunca se repita algo similar. O eso espero, por la cuenta que me trae.

En fin, que acabamos chorreando de sudor (propio y ajeno), yo un pelín afónico, con un pitidito en los oidos que duró un par de días, y recordando un par de frases de uno de los temazos de la noche: ... now I'm dehydrating, my tongue is swelling up... Todo el mundo buscaba agua por los alrededores del recinto, y acabamos con las existencias de los bares. Nosotros nos tuvimos que conformar con otra cosa, pero luego, en una hora y media que tardamos en pillar un taxi, nos dio tiempo a encontrar un bar apartado y con agua para los tres.

Por cierto, en este tiempo muerto esperando un taxi se produjeron dos momentazos. Uno, que una chica muy amable nos regaló tres posters de Green Day, uno para cada uno (aunque Carlos le habría cambiado con gusto su poster por el taxi que nos quitó literalmente de las manos unos segundos antes). Y el otro, con el cual todavía me río cuando lo recuerdo, fue cuando escuché a una chiquilla soltar la frase del día (o de la noche, lo mismo da). Para ponernos en situación, diré que la chica rondaba los quince o dieciséis años, y que Tré Cool es el batería de Green Day. La frase fue:

- Me hago yo una foto con Tré Cool y no sale vivo.

Vale, ya sé que no sólo los hombres piensan en lo único, y que todo el mundo tiene derecho a fantasear con ese famosillo/a que nos pone la piel de gallina con sólo imaginarlo/a a nuestro lado, pero me hizo gracia el énfasis que le puso la chica a sus palabras, y más cuando giré la vista para ver quién era la autora y me encontré a una chica tan joven.

Y poco más que decir de aquella noche. Llegamos al hostal pasada la una y media, nos dormimos pasadas las dos (yo al menos dormí de un tirón), y a las siete nos levantamos para no perder el tren de las nueve. Desayuno en la estación, viaje tranquilito, y a mi lado se sentó una chica que, al igual que mi tío A., estaba que se fumaba encima. Pero bueno, llegamos todos sanos y salvos a Valencia. Yo me fui corriendo para casa, a comer rapidito, a las dos al curro... y tres días de trabajo infernal hasta el jueves, pero oye, con una alegría en el cuerpo que no me la quitaba nadie, aunque el sueño casi pudo conmigo el segundo día.

Ahora ya pienso en el siguiente concierto, antes de que me haga más mayor y tenga que quedarme sentadito en las gradas. Carlos quiere que sean los Red Hot Chili Peppers, yo prefiero a los Foo Fighters. Pero si vuelven Green Day a España, yo me apunto. Las veces que haga falta.