<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d11363529\x26blogName\x3dEl+Weenie\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLUE\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://weenie77.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://weenie77.blogspot.com/\x26vt\x3d-8639029271648590326', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>
en isoHunt

24 noviembre 2006

Cosas de chiquillos

Es curioso lo que le ha pasado a un amigo mío, hasta el punto que no puedo dejar de pensar en ello desde el otro día. Resulta que una chica de su clase le hace tilín, pero no está seguro de que la cosa sea mútua. Vamos, un caso típico de adolescentitis aguda.

Durante una clase:
- Me aburro.
- Hazme un dibujo.
- No me gusta.
- ¿Y qué te gusta hacer?
- [gesto y sonrisa pícara]
- [se lleva la mano a la boca fingiendo estar escandalizado]
- La verdad es que no me importaría, pero no aquí.
- Que no, que no me refería a eso.
- Ya, claro, y yo me chupo el dedo.
- Que no...
- Entonces... ¿qué te gusta hacer?

- Me gusta planchar.
- Venga, va.
- No, en serio. Me relaja.

Cinco minutos más tarde.
- ¿Entonces vamos a quedar tú y yo alguna vez para planchar?
- ¿Para planchar? No sé... Mejor a tomar una cerveza, ¿no?

Al día siguiente, hablando sobre un examen.
- Esto es importante.
- Qué va, eso no lo va a preguntar.
- Que sí, que salió el otro día en un ejercicio.
- Me da igual que lo pusiera en un ejercicio, te digo yo que eso no lo pregunta en un examen... Me apuesto lo que quieras.
- Sí que sale, ya lo verás. ¿Qué te apuestas? ¿Una cerveza?
- Vale. Trato hecho.

Visto así, a mi amigo (que no apuesta nunca) le pareció una situación perfecta. A win-win situation, que dirían los yanquis. Lo peor que podría pasar es que tuviera que quedar con ella fuera de clase para tomar una cerveza. Lo mejor... que no fuera sólo una cerveza. O sea, que fueran dos.

Lo cierto es que mi amigo afirma que ni siquiera sabe cómo ha llegado a ese punto con la chica, porque nunca se le había pasado por la cabeza buscar una relación (de ningún tipo), y ella al principio era más bien seca y distante. Pero poco a poco parece que han ido cogiendo confianza mutuamente, él que es muy zalamero le ha dicho un par de piropos (como al resto de las féminas de la clase, por otra parte, solteras o no), y sea como fuere, el otro día llegaron al punto que relato. Una apuesta que él ha ganado, por cierto, aunque aún no ha recibido su premio.

Para seguir con el culebrón, dice que hoy mismo estaban unos cuantos hablando en grupo (la chica de la apuesta entre ellas) sobre otra apuesta que hizo con un chico este verano. Se apostaron una cena, y parece que fue él quien la propuso. A lo que contestó una del grupo con una teoría suya "de perro viejo": cuando un chico te hace una apuesta de ese estilo es que quiere temita. Y si la chica acepta, por supuesto, es porque no le importaría que lo hubiera.

Y aquí es cuando a mi amigo, que es muy avispao (que pa eso es mi amigo, que todo se pega menos la hermosura) se le encendió la bombillita.

- Todo esto no vendrá por lo de nuestra apuesta de la cerveza, ¿no?
- No...

"Pero es que respondió con la boca pequeña, y evitando claramente mirarme a los ojos al decirlo", me contaba él. Y para más inri, por lo visto, en esa misma conversación y por segunda vez hablando de temas parecidos, ella afirmó que cómo son los tíos, que eso es muy rebuscao, y que "a mí que me lo digan clarito". Y claro, mi amigo, que le bulle la sangre por el propio estado hormonal en el que se encuentra, no hace más que ver señales por todas partes.

Y aquí es cuando me ha pedido consejo, y yo he viajado por un instante a mi época del instituto (la original, no la de ahora), cuando no sólo veía señales, sino que vivía envuelto en ellas y no hacía más que buscarle dobles significados a todo (hay que ver lo que dió de sí aquel libro de la comunicación no verbal). ¿Y qué le digo yo a mi amigo?

Dicen que cuando pides consejo es porque ya sabes la respuesta pero desearías que no fuera así. Tal vez por eso me ha pedido consejo a mí, que soy diferente al resto del mundo en muchas cosas, para que le dé un consejo diferente. Porque lo más fácil, y es lo que de hecho le pasa, es que todos le digan que sí, que adelante. Que se lance y sea claro con la chica. Que no tiene nada que perder, que seguro que a ella también le gusta él, bla-bla-bla. Pero yo no le diría nunca eso. Porque soy un tímido recalcitrante o un pesimista enfermizo (aunque estoy por cambiar y definirme como Woody Allen: no soy pesimista, veo el vaso medio lleno... pero de veneno), o por lo que sea.

Si mi amigo es un poco como yo en lo sentimental, que creo que sí, pensaría que no merece la pena. Que es más bonito el juego de la seducción, que si tiene que pasar algo ya pasará, que si ella también está interesada tiene el mismo derecho (por no decir el deber) de dar el primer paso, que si sale mal puede estropear lo que sea que haya entre los dos, que si son tan diferentes como dice que son tal vez no debería ni planteárselo... Toda mi teoría, claro está, surge por miedo al fracaso, al rechazo, y a todas esas cosas que no tardan en recordarme en cuanto hablo de esto con alguien y mi interlocutor empieza a psicoanalizarme.

Pero es que lo único positivo que puede sacar si se lanza y acierta, ¿que és? ¿Sexo? O peor aún... ¿amor?

Si es que hay veces que veo el vaso tan medio lleno, que doy asco. Y es contagioso.

Blogger Vir said...

Consejos, consejos... da igual lo que le digas, acabara haciendo lo que mejor le parezca. Los consejos nos sirven para hacer lo contrario a lo que nos han dicho! (es lo que llevamos toda la vida haciendo la Patri y yo... :P)

Besitos!!

1:56 a. m., noviembre 26, 2006  
Blogger Patri* said...

veridico,veridico...la Vir lleva toa la razon.... el don de hacer lo contrario es fascinerante... xD

ays...paveando,paveando!viva la edad del pavo! yo he vuelto a ella....o igual nunca la solte¿?

besips!

10:41 p. m., noviembre 26, 2006  
Anonymous Anónimo said...

Yo también voto por el juego de la seducción aunque sea muy optimista, eh?

Sin entrar en los detalles de que esos momentos se recuerdan mucho, no creo que en la primera cerveza se vayan a declarar. Bueno tampco en la segunda ni la tercera, la idea no es emborracharla, se entiende!! :P

Un dia cerveza, otro cine, otra cerveza, pasear al perro... y a la que te das cuenta todas esas dudas han desaparecido y le estás enseñando lo que hacen las estrellas sobre el mar.

Ese sería mi consejo para tu amigo, todas las piezas necesitan un juego para encajar.

Un abrazote, fenomen!!

9:21 a. m., noviembre 27, 2006  
Blogger MeTis said...

en la ultima parte me he perdido un pelin, sera por las sidras que ya llevo aqui en asturias pero yendo al tema.... como rebuscais!!!! yo lo tengo claro si ella aposto es porque esta interesada en el tio, no hay que darle mas vueltas. Una no es tonta y ese jueguecito de las apuestas es muy viejo ya, asi que si acepta es que si. pero por otro lado.. que solo es una cerveza joder!! nadie esta hablando de que se trate de ningun compromiso ni nada que se le parezca!!! desde luego, cada dia me sorprendo mas de como piensan los hombres, pensaba que eso de darle tantas vueltas solo nos ocurria a las mujeres...

besos joe

6:46 p. m., noviembre 27, 2006  

Publicar un comentario

<< Home