Descartado el Alzheimer

¿Por qué me hico tantísima gracia esta tira cómica? Supongo que por lo mismo que esta otra que comentaba Metis hace un tiempo: porque me identifico con ella.

Y que siga siendo así, no quiero dejar nunca de reírme de mí mismo. Mejor reírse que llorar, digo yo. Últimamente ya he tenido bastante con la vena sensiblera, que desembocó en que el viernes, al parecer, me bajó la regla. Que no me extrañaría nada que fuera verdad, tan rodeado como estoy de mujeres y con lo que soy yo de envidioso incluso para las cosas malas de los demás.

Así que ante el nuevo despertar de mi lado femenino decidí dedicar el sábado a lo que a todas nos quita las penas en mayor o menor medida, o eso dicen: ir de compras. Y aunque estuve nueve horas fuera de casa yo solito, y acabé en el cine también solo, surtió efecto y ya estoy mucho mejor. Desde luego la película ayudó bastante, hacía muchísimo que no me reía así en el cine, y además con una película capaz de emocionarme también por momentos. Aunque no sé si eso significa mucho en mi estado de ánimo actual.

En fin, que las aguas vuelven a su cauce, que en este caso es bueno. El otro día estuve con Sandra y está estupenda, como siempre. La echo de menos, aunque al estar en clase rodeado de chicas, no tanto como pensé en un principio al dejar el curro. La chica cariñosona de clase, cuyo nombre vasco-francés no me atrevo a escribir para no meter la pata, me ha dado una alegría al no cortarse el pelo a lo chico como decía que iba a hacer. Con Nuria me llevo cada vez mejor, supongo que por cosas de la edad, que coincidimos bastante. Dos compañeras más me llamaron el sábado para que me fuera con ellas e intentar animarme. Y la de al lado, qué decir...


Que ya ha llegado el otoño, y con él el frío, pero ella en clase sigue enseñando cacho, y yo ya no sé qué pensar.

Me voy, que yo también necesito un electro de vez en cuando.