Bonitas pestañas

¡Por dior bendito, que llegue ya el frío!

No digo ya por dar descanso a mis glándulas sudoríparas, sino a las salivares. Mucho me temo que la predicción-maldición de mis amigos se ha hecho realidad, y antes de lo previsto. Siempre he sido un defensor de la calidad frente a la cantidad, al menos en lo referente a cierta parte anatómica femenina, pero de un tiempo a esta parte dudo incluso de mis principios.

Y son muchos años, y con ellos viene la experiencia, disimulando cuando inevitablemente la vista se centra a un nivel algo inferior al que debería centrarse al entablar conversación con una dama. Pero los tiempos cambian, y al parecer yo con ellos, y salvo que el invierno acuda a mi rescate con sus jerseys de cuello vuelto, no sé qué va a pasar con mi compañera de clase, que no parece estar nada por la labor de ocultar sus más que generosos atributos.

Y yo babeo, y tonteo con ella, y me pongo idiota, y me convierto en algo que no me gusta, y todo tipo de pensamientos me pasan por la cabeza, unos más confesables que otros... Y menos mal que siempre tengo algún bolígrafo con el que juguetear en las manos, y que mi teclado es water-proof, por lo que sigo vivo, gracias a lo primero, y puedo contarlo, por lo segundo.

Miedo me da pensar que la cosa pueda acabar mal, o incluso peor. Eso sí, sería una muerte tan dulce...

"O Lord, help me to be pure, but not yet!" - Saint Augustine