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26 agosto 2006

El amigo o la chica

- Te acompaño a cliente-de-fábrica - Ni un hola, ni un a que no sabes a quién he visto hoy. - Ahora está allí C, con su nuevo novio - el retintín en su voz era más que evidente.
- ¿Qué me dices?
- Lo que oyes. C y J. ¿No lo sabías?
- Qué va. ¿Desde cuándo?
- Desde un mes y medio después de que ella me dejara, hace cuatro meses.
- Qué fuer...
- ¡Y me quieren hacer creer que antes de eso no hubo nada entre ellos! ¡Sí, hombre, además de cornudo, apaleao! Yo ya es que ni les dirijo la palabra, mi trato con ellos es nulo, como si no existieran... - Y así durante un largo pasillo.

Hablaba en plural, aunque todavía no en pretérito, porque J era su amigo. Para mí la noticia fue tan sorprendente como divertida, aunque él seguro que no captó la ironía como yo. Hace un par de años C hizo lo mismo: dejó a su novio, con el que decían se iba a casar, para poder empezar algo con la persona que yo tenía delante en ese momento. Así que C era reincidente, con el agravante de que reemplazante y reemplazado en esta ocasión eran amigos.

Lo cual añade dolor a la ecuación, o al menos a una de las partes. A mí, que le conozco a él y a J pero sin llegar a ser amigo de ninguno, me resultaba divertido. Otra cosa es si, por ejemplo el reemplazante, fuera un buen amigo mío como lo es Taku.

Que también se da el caso, y pese a lo que pueda parecer lo está pasando mal. Aunque seguro que enrollarse con la chica alivia el dolor, como diría su ya ex-amigo, pero se ha visto en medio de una relación de muchos años que hacía ya tiempo que estaba muerta y no hacía falta ser un lince para darse cuenta. Pero el novio no quería verlo así, a pesar incluso de haberla engañado varias veces (lo de que una de ellas fuera la hermana de ella ya es suficiente pecado para merecerse lo que le pasa). Y la chica pese a desconocer las infidelidades ya no le quería y se enamoró del amigo que siempre les apoyó a los dos e incluso les reconcilió en alguna ocasión, y un día puso fin a su noviazgo sin previo aviso. Él no se lo esperaba, y se lo tomó por la tremenda. Se sintió traicionado por Taku y ya le ha dicho de todos los males que se tiene que morir. Y recemos para que la cosa no llegue a más.

Apenas tres días después Taku y ella ya estaban juntos, y ese es todo el pecado cometido por Taku: elegir a la chica estupenda enamorada de él antes que su amistad con el novio. Si uno cree en las americanadas que vemos en las películas, hay leyes no escritas sobre las relaciones. Cosas como "nunca te enrolles con las hermanas de tus colegas", o "las ex de tus amigos son intocables" vienen a cuento en momentos como este, para evitar males peores.

Su elección estaba clara, en el fondo no ha hecho nada malo, y habrá quien diga que ni siquiera había elección, tanto en el sentido de que ha hecho lo correcto como en el de que ha traicionado a su amigo. Todo depende del amigo en cuestión y por supuesto de la chica, pero yo pienso que no podría hacer algo así. Claro que para mí es fácil decirlo, porque soy un romántico, un gilipollas, y ninguna chica como Vanesa, que así se llama ella, se enamoraría de mí.

Porque por más que lo miro soy diferente, ni mejor ni peor, aunque la mayoría de las veces me sienta peor por ello, y a veces dudo si lo que necesito es cambiar algunas cosas que no me gustan de mí o empezar a aceptarme tal cual. Es una gran verdad aquello de que no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita. Sigo viendo cosas de mí que no me gustan, y hay veces, como hoy, que las veo tan cerca y me siento tan parecido a lo que nunca he sido, que después de ser feliz por unos momentos, cuando vuelvo a la soledad de mi sótano lo hago con esa sensación amarga en el cuerpo que para mí es el preludio del llanto. Y como este blog es lo más parecido a llorar en un hombro amigo que me puedo permitir... pues aquí estoy.

De vuelta a la fábrica el trabajo es más aburrido que antaño, y la compañía no me anima a divertirme mientras lo hago. En pocas palabras, son unos soseras. A pesar de ello, Sandra y muchos otros que conozco están allí, y eso implica verles más, relacionarme más y en definitiva, ser un poquito más feliz con ello. Por eso me gustaría seguir trabajando allí más tiempo, pero yo mismo he renunciado a ello para volver a estudiar, porque, me lo repito, ese trabajo no es para toda la vida y quiero buscarme algo mejor. Mejor económicamente, supongo, porque no sé si en lo personal encontraré algo mejor. Me encuentro tan bien rodeado de tantísima gente como hay allí, charlando, saludando, bromeando con todos, conociendo gente nueva... Mi estado de ánimo cambió radicalmente desde que volví a la fábrica y abandoné temporalmente la soledad de mi vida personal.

Porque soy diferente, soy un friki. Puedo decirte de memoria la velocidad de transferencia del protocolo USB en su versión 1.0. Puedo pasarme, y de hecho lo hago, fines de semana enteros sin salir de casa, y no me aburro con mi ordenador. Pero eso no quiere decir que no prefiera estar en la calle con amigos, y pasar la tarde en un bar con Taku, Sandra y sus amigos, como ayer. Pero aunque me lo pasé bien, parece que no fue bastante. Sigo queriendo cambiar muchas cosas, y en el fondo la principal sigue siendo la misma, pero no soy capaz de hacerlo ni pagando. Soy así. Un romántico. Un gilipollas.

Para colmo, la enfermedad de mi tía me ha hecho reflexionar en algo que en el fondo siempre he sabido. La genética no se equivoca, y yo llevo el cáncer en mi interior. La hipocondría no ha sido nunca uno de mis males, al menos que yo sepa, pero empiezo a prestar atención a los primeros síntomas, consciente de que una detección precoz es la mejor medicina contra él. Pero parece que nunca encuentras el momento para enfrentarte a algo así, el miedo te lo impide.

No me gusta mi vida, y hay cosas que quiero cambiar. Hace muchos años que dejé de rezar, pero tal vez sea el momento de empezar con una conocida plegaria. Sobre todo por la serenidad.

"Deus, dona mihi serenitatem accipere res quae non possum mutare, fortitudinem mutare res quae possum, atque sapientiam differentiam cognoscere."