<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar/11363529?origin\x3dhttp://weenie77.blogspot.com', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>
en isoHunt

30 marzo 2005

Vivir en el pasado

Llevo un rato leyendo mi antiguo diario. Eso sí que era un diario puro y duro, narración continua de hechos y pocas reflexiones. Recuerdo que estaba orgulloso de él por mi manera elaborada de escribir. Tenía 16 años y no pensaba que muchos de mis compañeros fuesen capaces de expresarse tan bien como yo. Ahora leo algunos párrafos y me entra la risa, sobre todo si los comparo con los de alguna chica de apenas 18 años, y que le da mil patadas a todo lo que yo escribí por entonces. No me cansaba de divagar sobre el amor, aquella chica, la otra, lo desgraciado que era... Me cuesta encontrar alguna reflexión que merezca la pena rescatar. Si acaso esta, sobre la adolescencia:

La adolescencia. Qué bonita etapa, pero cuánto se sufre. Porque
eres mitad niño y mitad hombre. Empiezas a tener
responsabilidades propias de los adultos, te sientes importante,
pero tienes tus fallos, y te duele verlos. Te paras a pensar y ves
cuánto te queda por madurar aún, y te desesperas. Quieres ser
hombre sin dejar de ser niño, y no sabes si eso será posible. Tu
corazón y tu mente se abren a nuevas sensaciones que nunca
habías sentido, y te gustan. O no. Pero eso es lo de menos. Son
nuevas, están ahí, y tienes que vivirlas quieras o no. Nadie
manda en tu corazón. No puedes evitar sentir algo muy especial
por una persona y a los dos segundos odiarla, ni enamorarte de
una persona distinta cada día. El amor. La razón de nuestra
existencia. El amor a Dios, el amor al prójimo, el amor a tu
pareja. ¡Qué bonito es el amor cuando es correspondido! Pero
cuando eres rechazado te sientes la persona más rastrera y
despreciable del mundo, y te quieres morir, porque la vida no
tiene sentido sin amor.

También me sorprendo recordando cosas que creía ya olvidadas, y la sensación es indescriptible. Sorpresa, emoción, nostalgia... La nostalgia ya no es lo que era. Suelo echar la mirada atrás muy a menudo, pero por hoy ya está bien. Mis 16 años fueron una edad tormentosa, como las de todos, supongo. Me fijaré a ver si hay evolución en mis escritos y se ve madurar a ese Joe de 16 años tan... no sé... tan así. Ya veremos.

Anonymous Anónimo said...

Tú con 16 escribias mejor q yo ahora! jajajaja

Y ya verás como sí se ve una madurez en el Joe de antes al de ahora, vamos q tiene q haberla... q ia han pasado varios años como para notar algún cambio, no? Aunq algunas cosas nunca cambian...

Yo creo q no he tenido ninguna etapa de esas tormentosas... yo a los 16 era feliz, y a los 14 y a los 17... jajaja

Un beso.

8:19 a. m., marzo 31, 2005  

Publicar un comentario

<< Home