Vivir en el pasado
La adolescencia. Qué bonita etapa, pero cuánto se sufre. Porque
eres mitad niño y mitad hombre. Empiezas a tener
responsabilidades propias de los adultos, te sientes importante,
pero tienes tus fallos, y te duele verlos. Te paras a pensar y ves
cuánto te queda por madurar aún, y te desesperas. Quieres ser
hombre sin dejar de ser niño, y no sabes si eso será posible. Tu
corazón y tu mente se abren a nuevas sensaciones que nunca
habías sentido, y te gustan. O no. Pero eso es lo de menos. Son
nuevas, están ahí, y tienes que vivirlas quieras o no. Nadie
manda en tu corazón. No puedes evitar sentir algo muy especial
por una persona y a los dos segundos odiarla, ni enamorarte de
una persona distinta cada día. El amor. La razón de nuestra
existencia. El amor a Dios, el amor al prójimo, el amor a tu
pareja. ¡Qué bonito es el amor cuando es correspondido! Pero
cuando eres rechazado te sientes la persona más rastrera y
despreciable del mundo, y te quieres morir, porque la vida no
tiene sentido sin amor.
También me sorprendo recordando cosas que creía ya olvidadas, y la sensación es indescriptible. Sorpresa, emoción, nostalgia... La nostalgia ya no es lo que era. Suelo echar la mirada atrás muy a menudo, pero por hoy ya está bien. Mis 16 años fueron una edad tormentosa, como las de todos, supongo. Me fijaré a ver si hay evolución en mis escritos y se ve madurar a ese Joe de 16 años tan... no sé... tan así. Ya veremos.
Tú con 16 escribias mejor q yo ahora! jajajaja
Y ya verás como sí se ve una madurez en el Joe de antes al de ahora, vamos q tiene q haberla... q ia han pasado varios años como para notar algún cambio, no? Aunq algunas cosas nunca cambian...
Yo creo q no he tenido ninguna etapa de esas tormentosas... yo a los 16 era feliz, y a los 14 y a los 17... jajaja
Un beso.
Publicar un comentario
<< Home