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19 marzo 2005

Putrum, putrum

Será que llevaba mucho tiempo parado en casa con lo de la operación, pero esta semana de curro se me ha hecho pesadita. Y claro, las Fallas no ayudan mucho a descansar el cuerpo. Pero ahora es sábado por la tarde. Para mí, el mejor momento de la semana. Hay quien prefiere salir el viernes por la noche, o salir de juerga el sábado, o lo que sea. Para mí, pasar el sábado por la tarde tirado en casa, casi siempre navegando por internet o con algún videojuego, y mi segundo programa favorito de la radio sonando de fondo, es todo un placer. Hoy lo he acompañado con un café bien calentito, aprovechando que el invierno se nos va hasta el año que viene. Un día perfecto. Pero cuando estoy cansado de trabajar (o hace un par de años, de estudiar) durante la semana es cuando realmente disfruto de momentos como este. Además, casi siempre acaba el día como se suele decir ("sábado, sabadete..."), pero sin camisa nueva. Será que me estoy haciendo mayor, pero mi líbido ya no es lo que era. O quizá la masturbación ha perdido ya su gracia.

Hoy además no es un sábado cualquiera. Anoche me eché la siesta a eso de las 21:30. No pudo ser antes por el mucho trabajo de estos días, pero me hacía falta porque quería ir a la Nit del Foc. Una vez más, disfruté de las Fallas en solitario. Mis amigos de la universidad siguen desperdigados por ahí. Igual que mucha gente viaja fuera de su ciudad en Semana Santa, no todo el mundo disfruta las Fallas, y los que siguen aquí también tienen sus planes con otra gente. Y me sigo negando a llamar a mis compañeros de sudores hasta que ellos den el primer paso. Orgullo idiota con el que tengo más que perder que ganar. Pero me da igual. No les necesito, y estoy dispuesto a demostrárselo. Tal vez esto suponga un punto de inflexión que nos haga cambiar las cosas para mejor. Si no es así, mala suerte.

Anyway, que me voy por las ramas. El castillo (de fuegos artificiales) de anoche estuvo muy bien. No me suelen entusiasmar los castillos, prefiero el putrum-putrum de las mascletàs, pero la pirotecnia valenciana tiene fama mundial, y merece la pena disfrutarlo. El de anoche fue mejor que en años anteriores, hasta donde llego a recordar. Como siempre, me da la vena sensiblera y echo de menos a una chica a mi lado para disfrutar de un espectáculo que yo considero romántico. No sé si le pasa a más gente o son paranoias mías. El caso es que anoche no podía quitarme a I. de la cabeza. Los americanos lo llaman daydreaming, y yo lo hago a menudo.

Llegué a casa a las tres de la mañana, y me encontré con un regalito de mi perro. El pobre lleva dos días descompuesto por culpa de un hueso de jamón que le dio mi madre. La otra noche le tocó a mi padre comerse el marrón, y ayer fui yo. Me da pena el pobre animalito. Es joven aún, y le estoy cogiendo un cariño que no es normal. No es su nombre, pero yo le llamo "Bestia indomable". Es adorable.

Hoy es el único día, probablemente, que no trabajo de aquí al 31 de Marzo (cuando me llaman para trabajar en la fábrica es porque les vienen las prisas, como suele pasar), pero no me iba a quedar durmiendo. Y mira que me gusta hacerme el remolón, pero hoy no. Es 19, y tengo la costumbre (ya casi tradición) de ir a la mascletà del ayuntamiento, caiga quien caiga. Un año que salí el 18 por la noche mis amigos se rajaron pero yo me planté allí con resaca y casi sin dormir. Y desde entonces, todos los años repito. Desde que trabajo, es el único día que tengo fiesta seguro. Y aunque no haga otra cosa en todas las Fallas (como el año pasado), el día de San José lo dedico a eso. Y hay que dedicarle tiempo, porque para ponerme donde a mí me gusta hay que llegar una hora y media antes de que empiece. Añade el desplazamiento entre "millones y millones" de personas y se va buena parte del día. De todas formas, y pese al cansancio acumulado, ha merecido la pena. Buen ambiente, buen tiempo, y los bomberos del ayuntamiento de Madrid, que parece que vienen todos los años, animando el cotarro haciendo la ola y bailando el Paquito el Chocolatero. Y una buena dosis de putrum-putrum. Qué más se puede pedir a un día como hoy.

Que I. hubiera estado conmigo. Pero eso queda para mis sueños cotidianos.