Otro de esos momentos en los que no compensa trabajar tantas horas sucedió el lunes. En principio iba a trabajar doce horas, y me llaman de casa para decirme que mis tíos y mi primo M. están en casa por sorpresa. Apenas un par de días, y no iba a poder estar con ellos como quisiera por culpa del trabajo, ya que el poco tiempo que paso en casa por la noche estoy cansado y sólo me apetece irme a dormir. A la reacción de alegría de hablar con M. por teléfono le siguió nada más colgar otra de pura rabia. Soy una persona familiar, me gusta pasar tiempo con los míos. Pero hay que tomarse las cosas como te vienen. Hace ya años que me he convertido en todo un experto en la resignación, o el arte de tragarse las cosas malas y callárselas. Posiblemente empiece a escupir bastantes de esas cosas por aquí cuando tenga más tiempo libre. Que será a partir del 1 de Abril, salvo sorpresa.
También para entonces, tal vez, escriba sobre mi relación con M. y su hermano J. Hace un par de semanas, cuando estaba en el paro, hubiera soltado una buena parrafada sobre ellos. Hoy tengo que dejar de hacerlo. Pero seguro que vuelvo sobre el tema, porque conocí a I. a través de J., y por aquel entonces pasé algunos de los mejores momentos de mi vida. Pero también el peor de todos, con diferencia.
Publicar un comentario
<< Home