Responsabilidad, y remordimientos
Con tantas horas extras me voy a sacar un buen sueldo, pero hay momentos en los que no compensa y prefieres poder disfrutar aunque sea con un poco menos de dinero. Momentos como ahora mismo, cuando tus amigos te llaman desde una cervecería, con la alegría que produce el alcohol. Si salgo ahora mismo para Valencia llegaré a eso de las diez. Mínimo una consumición... posiblemente dos... me tengo que levantar a las seis... Además, si bebo no puedo volver con el coche, y por la noche no hay metro. No compensa. Mierda. Soy demasiado responsable. Será otra de esas cosas que ocurren cuando envejeces. Y mis amigos se van fuera estos días, así que habrá que dejarlo para la semana que viene. Diez días. Y quién sabe dónde estaremos mañana.
Tal vez mañana, después de la Siesta Santa que me pienso pegar por la tarde (sé que me dormiré aunque no quiera después de comer en cuanto me siente. Benditas sean las tardes libres), puede que después me dé tiempo a experimentar con el blog. Añadir trozos de audio. Alguna foto. O tal vez escribir alguna nueva aventurilla que puedan leer las masas que me siguen con fervor casi religioso. Estoy de broma, por supuesto. Pero es que el contador de visitas sube, y con él lo hace mi ego.
Ya que no voy a volverme loco y correr a emborracharme con mis amigos, será mejor que haga lo siguiente más provechoso que puedo hacer en este momento: dormir. Seguramente el cansancio no deje lugar ni para los remordimientos.
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