El calor, y otros dolores

Hay días en los que ves venir las cosas y te caen simpáticas. Te ríes, sonríes para tus adentros, o cuando menos, las aceptas con indiferencia. Hay otros, en cambio, en los que éste último caso es el mejor de los posibles. En vez de sonreír con cualquier cosa, gruñes. En vez de reír, protestas. Es lo que yo llamo estar de mal humor. Ni triste, ni depre, ni enfadado con alguien o con algo. Simplemente, estás de mal humor. Esos días, o tan solo algunos momentos, pueden estar causados por muchas cosas. Dormir mal, llegar a casa cansado del trabajo, sufrir alguna injusticia que tampoco tiene que ser culpa de nadie... Pero muchas veces lo pagamos con los que están a nuestro alrededor, y que siempre son los que menos se merecen soportar nuestro mal genio. En mi caso, lo que más a menudo me pone de mal humor, y es algo que no logro superar con los años, es el calor.

Hoy es uno de esos días. Pasado el berrinche por lo de mi madre, sigo sin estar del todo fino. No puedo evitarlo. Tengo un problema de sudoración excesiva en las manos que hace años me acomplejaba y me impedía hacer cosas. Ya no llega a tanto (el complejo, el problema sí), pero sigue siendo irritante. Por suerte no vivo en Andalucía, pero Valencia tampoco es alta montaña precisamente. Ayer ya hizo lo que la gente llama "buen día", pero como era fiesta y no salí de casa, no llegué a irritarme. Volver hoy del trabajo a las cuatro de la tarde ya es otro cantar. Por mucho aire acondicionado que tengas en el coche, aparcar sin sombra tiene un precio. Y la cosa sólo va a empeorar de aquí en adelante.

Además, el verano tiene otros efectos que no contribuyen a mejorar mi estado de ánimo. No soy el único que pasa calor y se deshace de los abrigos y las mangas largas. A todo el mundo le pasa, y las chicas no son una excepción. Y yo, que ya no tengo edad para comerme con los ojos a las chavalitas mientras intercambio comentarios soeces con algún amigo... ejem... No es que yo hiciera nada parecido en mis tiempos mozos... aunque la verdad es que tampoco iba por la calle mirando al suelo... En fin, hablando en serio: hay problemas de los que es fácil olvidarse mientras no pienses en ellos, aunque no los soluciones nunca. Por ejemplo, el tabaco. Otro ejemplo: las mujeres. En invierno me es más fácil olvidarme de que no tengo a nadie a mi lado. Y no me refiero al sexo, aunque parece más obvio por lo que comento del verano. Está claro que también lo echo en falta, pero ese dolor es más fácil de calmar en la soledad de mi habitación. Pero... ¿y la falta de cariño? ¿Esa quién la calma?