<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d11363529\x26blogName\x3dEl+Weenie\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLUE\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://weenie77.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://weenie77.blogspot.com/\x26vt\x3d-8639029271648590326', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>
en isoHunt

15 enero 2007

Qué bonito es el amor (III)

Desde hace ya un tiempo, en casa no nos van muy bien las cosas económicamente. No es que nos falte de nada, pero meterte en un préstamo cuando ya habías acabado de pagar la hipoteca del piso, es lo que tiene. Pero la casa merece la pena.

El caso es que si ya éramos poco de cumplir con los regalos por obligación, de esos ligados a una fecha, últimamente lo somos menos. Por eso ni a mis padres ni a mí nos supuso ningún trauma levantarnos el día de Reyes y ver que por casa no había pasado rey alguno, ni pajes ni camellos. De todas formas, yo ya tenía el mejor regalo que jamás hubiera soñado, y esa noche, para seguir la costumbre, había quedado de nuevo con ella.

El 6 es el cumpleaños de Benjamina, y tocaba celebración por todo lo alto. En principio no me tocaba coger el coche, porque Primilla quería llevar el suyo por si tenía que retirarse pronto por sus problemas de espalda, pero al final éramos siete personas y necesitábamos otro coche, que fue el mío. Me dio un poco de rabia, la verdad, porque lo de acabar a solas con Primilla en su portal da mucho juego, y me empezaba a gustar. Fui a su casa, donde se estaban acabando de preparar Obsesión y ella, y estaban las dos guapísimas. No es porque ambas llevaran minifalda y escotazo, no. Es que Primilla para mí hubiera estado radiante de cualquier forma, y a Obsesión no iba a ser yo el que le dijera menos. Entre otras cosas porque me lo hubieran echado las dos en cara toda la noche, si nada más verlas no les hubiera dicho lo guapas que iban. Eso sí, a mí no me dijeron nada hasta que yo pregunté. Según Primilla, porque se quedó anonadada al verme. Ahora me doy cuenta de que ella también me empezaba a ver con ojos especiales.

A la cena vino D, el amigo de Primilla, y otro amigo que no era de los habituales, así que, como ya me esperaba, ella estuvo más bien tímida y no nos dimos ni un mal beso. Aún así yo la veía mirarme como con cariño, y de vez en cuando me soltaba un "guapo" super tierno, que tampoco es que fuera novedad pero no es muy habitual en ella. Y debo decir que ninguno de los dos bebimos nada por ser los conductores. Cuando acabamos de comer y mientras los demás seguían bebiendo (y mucho), Primilla y yo empezamos a hacer manitas por debajo de la mesa. Ahora lo pienso y parece una chiquillada, pero a su lado no me lo parecía.

Y como el alcohol es como es, que te hace vaciar la vejiga a menudo, y como las mujeres son así, que si no van de dos en dos van de tres en tres y porque no había más mujeres en la mesa, las tres se levantaron más de una vez para ir al lavabo y de paso lucir pierna por el camino al subir las escaleritas con esas minifaldas que llevaban. Y en una ocasión Primilla va y me pregunta "¿te vienes?" como el que no quiere la cosa, y allá que me voy yo detrás de ellas sin pensármelo dos veces, que no me extraña que cada vez me digan más que soy un golfo. Y al girar por la puerta exterior de los lavabos y quedar fuera del alcance visual del resto, allá que nos abrazamos los dos y nos ponemos a lo que estábamos deseando desde que salimos de su casa, yo al menos, solo que ahora sin vergüenzas ni miedo a estropear el maquillaje de sus labios. Y una vez más estuve en la gloria, que tampoco me extraña que luego al entrar al lavabo no pudiera hacer lo que va uno a hacer allí, y eso que la noche no había hecho más que empezar.

Y suerte que me separé pronto de Primilla y entré a intentarlo al menos, porque apareció D como por casualidad pero yo, que he estado en su situación muchas veces y me conozco a los hombres, sé que acudió buscando pillarnos enredados, y a punto estuvo de conseguirlo. Empezaba a sentirme mal por él, pero no culpable ni pensando estar haciendo algo malo, ya que Primilla es su amiga y ya se lo contó en persona, sino por pura empatía. Me resultaba muy fácil ponerme en su lugar.

Salimos del bar rumbo a DiscotecaFashionConNombreItaliano, que llamaremos Giorgio para abreviar, y el reparto de personas en los dos coches ya se volvió a hacer con idea de que saliera una nueva pareja de allí, Obsesión y el amigo del novio de Benjamina. Una vez más, de conseguirse el objetivo, D era el sobrante esa noche, y me supo mal por él.

Cuando entramos a Giorgio aún era pronto y no había casi nadie. Por suerte hay sofás y puedes sentarte tranquilamente, como de hecho hicimos algunos. Cuando ya se animaba la noche y tras algún bailoteo (poca cosa, la verdad), a Primilla ya le dolía la espalda y no quería levantarse del sofá. Me quedé a su lado, y ella al mío, y así esperamos mientras los demás bailaban a que fueran las tres y media, hora en que se podía salir de la discoteca previo pago de 4€ por un cuño en la muñeca. Y salimos los dos rumbo a su coche.

Hacía bastante frío, así que lo primero que hicimos fue acurrucarnos en el asiento de atrás y taparnos con las chaquetas que los demás habían dejado en el coche. Así, entre conversaciones a media voz, susurros y caricias, los besos empezaron a ganar en pasión y se trasladaron desde su boca hasta su cuello, terreno prohibido hasta entonces para mí. El mío también recibió su dosis, y en mis oídos resonaron por primera vez palabras como "me encantas" o "te quiero". Para mí todo era un cúmulo de sensaciones placenteras, y me dejé llevar, como siempre he hecho con ella. Sin pensármelo dos veces mi boca llegó a su escote, y a ella la siguieron mis dedos. Su respiración se aceleraba por momentos y yo no podía ser más feliz.

No llegamos a más. Cambiamos de posición para acomodarnos en un inocente abrazo cuando llegaron los demás al coche. Ya eran pasadas las seis. Fuimos dejando a la gente en su casa, cuando tuvimos que hacer una parada en casa de Obsesión, que aproveché para salir de mi coche y entrar en el de Primilla para estar a su lado un ratito más mientras la esperábamos. Ni siquiera sé cómo se me ocurrió, pero fue la mejor idea que he tenido nunca, y sin haberla planeado. Esa mañana mis padres se iban de viaje para toda la semana por la operación de mi tía. Tenía la casa a mi entera disposición y no quería que la noche acabara. "¿Por qué no te vienes a dormir a casa?"

Ante su reacción inicial de incredulidad, le aseguré que no pretendía más que abrazarme a ella y dormir a su lado, y era cierto. Habíamos quedado en ir lento para que ella no se agobiara. No me costó mucho convencerla, ella también quería estar a mi lado. "Pero hoy no va a pasar nada, ¿eh?", me preguntó. No parecía creerme, pero le di mi palabra.

Llegamos a mi casa ya de día. Yo no estaba nervioso ni tenía ideas raras en la cabeza. Sólo quería abrazarme a ella, así que para mí fue todo muy natural. Se metió en mi cama con un chandal viejo que le dejó su amiga para la ocasión. Yo, con todo mi sex-appeal, me puse mi pijama favorito, que como suele pasar, es además el más viejo. Estábamos muy cansados. "Si me doy la vuelta ¿me abrazas por la espalda?" Pasé mi brazo derecho por su cintura, ella cogió mi mano, entrelazamos los dedos y sus pies se refugiaron entre mis piernas buscando calor. Así, a los cinco minutos, Primilla se quedó dormida conmigo pegado a su espalda.

Yo no pude conciliar el sueño. Supongo que de pura felicidad. También contribuía lo que me rondaba en la entrepierna desde que estuvimos en el asiento de atrás de su coche, pero ni hice ninguna locura ni pretendía hacerlo. Le había prometido que esa noche no pasaría nada.

Pero el despertar, pese a afirmar Primilla que para ella es muy malo y se levanta siempre de muy mal humor, fue maravilloso. Más besos, más caricias, y una cosa lleva a la otra, sin darme cuenta la tenía encima de mí y en movimiento. Una vez más noté acelerarse su respiración, y el roce de su cuerpo con el mío. Invertimos las posiciones y yo, lejos de moverme, puse freno. Si seguíamos ella iba a llegar tarde a su casa, y yo tampoco quería seguir adelante. No tenía miedo a ese momento tan esperado, pero con ella tampoco tenía prisa, y, finalmente, cumplí mi palabra de que no pasaría nada. La llevé a casa, nos despedimos super felices los dos, y así acabó la mejor semana de mi vida... hasta ahora.

Porque ya se sabe: lo mejor está por llegar.

Anonymous Anónimo said...

Te lo he dicho mas veces... pero vuelvo a repetirlo, me alegro un montón x tí!!! es lo único que me sale en estos momentos, te leo con una sonrisa tonta en la boca y solo puedo desearte lo mejor :-)

Besos :*

10:48 a. m., enero 16, 2007  
Blogger Mari Carmen said...

Esto promete!!! Me alegro por ti... y como siempre, estoy deseando q cuentes como sigue, aunque me da a mí q esto promete!!!!
Besotes

12:29 a. m., enero 17, 2007  
Anonymous Anónimo said...

No me vas a creer, pero me has dejado emocionadísimo. Qué manera de explicarlo!!

A difrutar a tope fenomen, a disfrutar de todo eso que sientes.

Un abrazote

9:16 a. m., enero 17, 2007  
Blogger MeTis said...

apenas perdere tiempo comentandote en este, raudo y veloz voy a leer el siguente¡¡

1:23 p. m., enero 18, 2007  

Publicar un comentario

<< Home