<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d11363529\x26blogName\x3dEl+Weenie\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLUE\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://weenie77.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://weenie77.blogspot.com/\x26vt\x3d-8639029271648590326', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>
en isoHunt

09 enero 2007

Qué bonito es el amor (I)

Viéndolo ahora, en perspectiva, era fácil de adivinar. Casi dos semanas viéndonos prácticamente a diario, la mayoría de días muchas, pero que muchas horas. Demasiado tiempo sin meter la pata, demasiada perfección. Pero aún no ha pasado nada que no se pueda arreglar, o eso quiero creer. La gloria a su lado ya llegó, aunque aún puede llegar más y mejor, y ahora toca un poquito de dolor para seguir con los pies en el suelo.


El día de año nuevo no vi a Primilla porque no quise. Estaba un poco de bajón, como ya he explicado, y me excusé. El martes me fui de compras, yo solo, buscando mi regalo de reyes para el trío, que aún no he encontrado. Primilla me mandó un mensaje para tomar algo, y quedamos en el centro junto con Benjamina. Hablando con ellas me dió más bajón aún, porque el tema de la tarde fueron las fallas, y yo este año me las voy a perder por la maldita operación, que además con lo de Primilla llega en el momento más inoportuno.

Pero todo lo que sube, baja, y viceversa, y quedamos para el día siguiente, miércoles, para ir al cine los dos solos porque Benjamina no podía. Aunque al final sí que pudo, y no fuimos tres, sino siete. Pero en el cine nos sentamos juntos, y luego las llevé a ella y a Benjamina a casa. En la puerta de Benjamina estuvimos hablando un buen rato, intentando psicoanalizar a Primilla, que lleva una temporada mala, pero sin mucho éxito. Cuando después quedamos ella y yo a solas, de nuevo en el coche con el motor parado, en la puerta de su casa, la conversación siguió porque teníamos pendiente el tema de mi tristeza que le dije en nochevieja, y quería hablar con Primilla de todo lo que me había contado Benjamina de ella y sus sentimientos hacia mí.

Una cosa llevó a la otra, dejamos los malos rollos atrás y la conversación se hizo más amena. Le comenté que el día que volvimos de su chalet al despedirnos me hizo "la cobra": fui a darle un beso y ella giró la cara para que fuera en la mejilla. Y le hice una amenaza: hoy no te bajas del coche sin darme un beso como dios manda. Su sorpresa fue considerable, así como la mía al darme cuenta de lo impulsivo que estoy siendo con ella, pero cumplí mi amenaza y ella no opuso resistencia. Fue un pico, en lenguaje juvenil, pero yo no pretendía más. Era la primera vez que alcanzaba sus labios, y a mí me bastaba. Le había prometido que iríamos lento, sin agobios. Y yo lo estaba cumpliendo, pero siempre avanzando. Para atrás ni para coger carrerilla.

Aún duró la conversación en el coche otros cinco o diez minutos, suficiente para tener que darle otro beso de despedida antes de bajarse, y lo hice. Pero con este ya le empezaron a temblar las piernas, y doy fe de ello, así que me ofrecí a bajarme yo también del coche y acompañarla a su portal, apenas a tres metros de allí. Y lo hice, y en su portal, cara a cara y con ella hecha un manojo de nervios, volví a besarla. Tres picos, tres besos, tres gotas de gloria. Recordé lo que me dijo Anita en una ocasión: "los chicos cuando os acercais a una chica que os gusta y se os nota nerviosos, estáis tan adorables...". Adorable es poco para cómo la veía yo esa noche. Pero cuando volví al coche y quise arrancar y empezar a meter marchas era a mí a quien le temblaban las piernas.

El jueves Primilla comía con su familia en un chalet que tienen aquí, en mi pueblo, y me había invitado el martes, así que yo no podía faltar. Su madre ya estaba al tanto de todo, ella se lo cuenta como a una amiga, y yo ya tenía el visto bueno, como también dije. A su hermana pequeña también le gusté en nochevieja. Y a su abuela y una tía que conocí el jueves, también. Lo malo es que D, uno de sus mejores amigos y a quien ella había rechazado en sus pretensiones de ir más allá, también estuvo allí, y ya al tanto de que la noche anterior, aunque con algo tan simple como tres picos, ella me había abierto a mí la puerta que le cerró a él en la cara. Y no es que yo estuviera incómodo con él, ni él conmigo (creo), pero conozco cómo pensamos los hombres, y yo intuía que él estaba, cuanto menos, dolido con la situación.

Después de comer, ya casi a media tarde, nos fuimos a casa no sin la intención de quedar más tarde para tomar algo. Fui a casa del padre de Primilla, donde había acudido ya Benjamina y ya se había puesto al día de todo. Era tarde y Benjamina tenía que ir a su falla a ensayar para los playbacks. Yo madrugaba al día siguiente (igual que madrugué ese día tras haberme acostado a las cinco pelando la pava en el coche la noche anterior), pero me apetecía estar con Primilla, y acabamos los tres en el casal, cenando nosotros un bocadillo mientras veíamos el ensayo. Y luego la llevé a casa. Y nos despedimos pronto (porque a todo esto yo seguía madrugando por las mañanas para estudiar), tras la correspondiente charla, con otro beso en su portal, al que ella me había pedido que la acompañara desde el coche.

Esa mañana Primilla había hablado con su madre, y yo ya lo notaba claramente. Ella le había clarado las ideas, le había quitado muchas dudas, y le había animado a seguir adelante, y yo estaba disfrutando los resultados. Por primera vez era ella la que me buscaba, la que me cogía de la mano, la que me pedía que la acompañara al portal, claramente con el beso de despedida en mente. Por primera vez no era yo el único que tomaba la iniciativa. Me sentía correspondido, como en una nube, sin pensar cosas raras y disfrutando de cada momento a su lado. Cada día era más feliz que el anterior, y pensaba que era imposible superarlo.

Pero sí que era posible. El viernes ya era la noche de Reyes, y qué noche. Y qué noche la del día siguiente. Y qué mañana de domingo inolvidable.

Blogger MeTis said...

yo estoy completnamente perdida.. y mira que te leo joe, pero me pierdo con esas dos... o me lo explicas o yo no leo mas.

toroooo¡¡¡¡

11:50 p. m., enero 09, 2007  
Blogger Mari Carmen said...

Poquito a poco te estás ganando a Primilla... Pero cuenta, cuetna q es lo q pasó en reyes!!!!
Besotes

12:00 a. m., enero 10, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Como me alegro q lo de primilla vaya viento en popa, pero espero que no tarde mucho esa segunda parte, o tendré q empezar a morderme las uñas! (y no lo hago nunca...)

Besos :**

9:55 a. m., enero 10, 2007  

Publicar un comentario

<< Home