Un nuevo código

Vale que nunca he sido un adelantado a mi tiempo, más bien todo lo contrario, pero hay veces que me siento un poco anticuado.

Algo que no hice en su momento por imposibilidad técnica fue comunicarme por teléfono como se hace actualmente. Los móviles no existían como hoy, y aunque tengo muy buenos recuerdos asociados a un grupo de chicas a las que conocí verbalmente en el instituto antes que visualmente, ese tipo de comunicación también me causaba cierta ansiedad que no he conseguido superar nunca del todo.

Yo que soy bastante analítico, lo asocio a varios factores. Por supuesto, el destinatario (o el emisor) de la llamada es uno muy importante, y dentro de éste existen muchos matices, y algunos de ellos se escapan a mi entendimiento. Me cuesta mucho, por ejemplo, llamar a Sandra, aunque tengo mucha confianza con ella, pero igualmente me obligo a hacerlo y unos días estoy más tranquilo que otros, sin motivo aparente.

Ahora con los móviles, además, está el tema de las llamadas perdidas, ese "toque" sin intención de hablar con el destinatario pero sí con un significado. Y es este significado el que se me escapa.

Mi querido trío de violadoras, ObsesiónReciente, BenjaminaDeClase y MejorAmigaDeObsesión, están pasando el puente en un chalet propiedad de ésta última con algunos amigos, donde esperan que yo acuda a comer mañana domingo (que por cierto pensaba escaquearme, pero he cambiado de opinión, lo que no quita que vuelva a hacerlo una vez más). Ya sé que hace pocos días de la cena, pero no ha pasado ni uno solo desde entonces que no me hayan hecho llamadas perdidas alguna de ellas (de hecho las tres casi todos los días). Parece ser que están donde sea, se acuerdan de mí, y me lo hacen saber de esa manera. Es una tontería, y seguro que las nuevas generaciones están más que acostumbradas y no le dan importancia, pero a mí me resultó curioso primero, me hizo gracia después, y cuanto más lo pienso más me gusta saber que se acuerdan de mí. Sólo por eso ya no puedo rechazar su invitación.

Y todo esto viene a cuento porque ayer por la tarde me hicieron una perdida (vamos a utilizar la expresión adecuada) y no ha sido ninguna de ellas. De hecho, ha sido la última persona que esperaba que se acordara de mí después de la cena. La única en realidad a la que tuve que pedirle yo antes el teléfono, y no viceversa. Me refiero a mi también querida (cómo no) EscotadaEnNoviembre.

En clase nos sentamos a su lado ChicoFisio y yo. Digamos que yo soy el bueno y él es el malo. Yo soy zalamero, le dedico piropos cada dos por tres (y mimos no porque no se deja, que si no también) y él le da caña. Y yo tengo la teoría de que ella se deja querer. Soltera por vocación, muy sociable y con la agenda llena de números, no le falta con quien salir y seguro que tampoco pasa periodos de abstinencia sexual prolongados. Así que probablemente no quiere ni necesita nada de nosotros, pero es el tipo de chica que parece que le gusta verse el centro de atención. Siempre en mi humilde opinión, por supuesto. Y yo, que me veo ya mayor para el jueguecito de pelearme con otro por una chica, me hice a un lado, metafóricamente, como un caballero.

El caso es que durante la noche de la cena ella fue de las pocas que no se dirigió a mí para nada, y yo, que no daba a basto con tanta hembra, tampoco mucho a ella. Tuvimos un momento a solas en mi coche cuando la llevé a casa, y fue una conversación muy agradable y relajada, y eso fue casi todo.

Y ayer me hizo una perdida. Me sorprendió que no fuera alguna de las otras tres, pero me gustó igualmente, o incluso más. Hay quien diría que basta que persigas a una chica para que no te haga caso, y que si no le haces caso tú, ella acudirá a ti. Máxime cuando vio cómo muchas compañeras suyas me colmaban de atenciones el martes. Parece un caso típico, de libro. Yo pienso que no, que simplemente estaba en casa burrida y se dedicó a hacer perdidas a varios de sus amigos (desde luego no sólo a mí). Por supuesto yo quería salir de dudas, así que la llamé inmediatamente.

Se sorprendió de que lo hiciera. El código "te doy un toque porque me acuerdo de ti" parece que no requiere respuesta. Pero hablamos un par de minutos, y yo estaba sorprendentemente tranquilo, como muy natural. Con Sandra tengo mucha confianza, la conozco desde hace mucho ya, no hay ningún tipo de tensión sexual ni nada por el estilo entre nosotros, y en cambio hay días que me supone un gran esfuerzo llamarla. Con EscotadaEnNoviembre a priori es todo lo contrario. La acabo de conocer, es soltera y apetecible, y aunque reconozco que sus pestañas son absolutamente maravillosas, me aterra aún más reconocer que no es sino cuando la veo y la oigo reír cuando más se me cae la baba. Y ahí estaba yo, hablando con ella como si fuera el pan nuestro de cada día.

No sé si esta chica tiene algo especial que todavía no he visto, o qué, pero tengo que quedar con ella fuera de clase, a ser posible a solas, a tomar esa cerveza que me debe. Si espero a que ella lo proponga, por su forma de ser, puedo morirme esperando. Y después de lo de ayer no quiero que eso pase.