Familia no hay más que una

Dicen que las personas cambian. Mi madre, confiando en las palabras de su hermana, estaba convencida de que mi primo Jaime, por fin, había sentado la cabeza un poquito.

Yo siempre he sido escéptico en su caso. Como mucho, le concedía el beneficio de la duda mientras le duraba la ilusión con cada nueva novia que tenía. Esta vez parece que la cosa con su chica va en serio, por desgracia para mí que no simpatizo demasiado con ella (nunca me gustará más para él nadie que no sea Inés), así que no espero que cambie radicalmente en los próximos años, por no decir meses. Y no es que la chica sea mala persona, aunque si me pongo a hablar de ella necesitaré otro post entero. Pero mi primo tampoco es el que era cuando estaba con Inés, y ella no se merece alguien así, y lo sabe. Así que la de ahora se parece más a él, y por eso le va mejor. Dios los cría y ellos se juntan.

Sí, mi primo se hace viejo, todos nos hacemos, y las fiestas que se pegaba con 18 años no se las pega ahora con 23, supongo, pero eso no quiere decir que sea menos cabeza loca que antes. Si ha dejado de hacerse rayas no es sino porque le sientan mal. ¿Tal vez eso explica los ingresos en el hospital por causa desconocida de hace un tiempo? ¿O será por sus úlceras en el estómago? ¿O las úlceras serán por las pastis? Nunca he sido un experto en drogas, ni siquiera he cogido nunca un cigarrillo encendido, y mucho menos me he fumado uno, así que desconozco las múltiples sustancias de la noche y sus efectos secundarios. Pero ya se encarga de explicarme los efectos en su propio cuerpo, como si fuera la cosa más normal del mundo, mi primo Jaime, el farmacéutico sin título, como yo le llamo.

En un principio iba a venir para Fallas su hermano pequeño, Manel, con quien hasta ahora me he llevado bastante mejor, pero al final no pudo ser. Es futbolista (18 años, ojalá llegue a profesional), y en su trabajo de fin de semana no hay vacaciones por Fallas. Y resulta que el que vino al final fue Jaime. ¿Tenía ganas de verme? ¿Le apetecía ver las Fallas como hace tres o cuatro años cuando hice de anfitrión con él, su hermano, y sus respectivas, porque le gustaron mucho?

Pues no. Resulta que ahora lleva el bar de su padre a medias con él, y no todos los fines de semana puede descansar uno de los dos. La semana pasada se dio el caso, y sólo para que su padre no se lo tomara libre, lo hizo él. Si hubiera sido así se habrían reunido en mi casa las tres hermanas de mi madre, cosa que no ocurre más de una o dos veces al año. Y como lo de mis tías fue algo improvisado y Jaime ya estaba aquí, ya se encargó él de que le quedara claro a su padre, por teléfono.

- Van a venir también las tías, sólo faltais vosotros.

"Que se jodan", dijo al colgar. Eso es amor filial. Después de todas las oportunidades que le ha dado su padre para enderezar su vida, y que yo no sé si hubiera sido capaz de dárselas a un hijo mío con ese comportamiento. Si parece que ha sentado la cabeza, como su madre nos quiere vender, es porque el dinero que está ganando (otra vez) trabajando con su padre no lo ha ganado nunca en ningún otro sitio, y nunca ha podido mangonear a sus jefes como hace con él.

Y luego, tanto él como Marina, que chica más maja, estaban deseando que nos fuéramos a Valencia. Deseando salir por la puerta de mi casa para empezar a liarse sus porrillos, de los cuales me he convertido, qué remedio, en fumador pasivo. Al menos ha sido lo único que se han metido p'al cuerpo. Salvo en la intimidad de su habitación, ahora que lo pienso. Y no quiero pensarlo más, la verdad. Así pasó, que si comes poco y fumas mucho dicen los expertos que te baja la tensión, y una noche Jaime tuvo que sacar de un local literalmente en brazos a Marina a la calle. Si no la coge a tiempo hubiera caído redonda al suelo.

Y ella no quería venir, para un fin de semana que tenemos para descansar, cari. Porque en Fallas no se descansa, quien ha estado lo sabe. Aparte de la fiesta típica que pueda haber en cada ciudad/pueblo en sus fiestas mayores, es que es imposible coger el coche, y Valencia no es pequeña para recorrerla entera andando. Y lo hemos hecho, a dior pongo por testigo. Que se jodan, digo yo ahora. Podían haber venido cualquier otro fin de semana del año, pero no. Tenían que fastidiarme las Fallas.

¿A quién se le ocurre ir a jugar a los bolos cuando la fiesta, por una vez en todo el año, está en la calle, en todas y cada una de las calles de Valencia? Pues a mi primo, que no quería sino huir de su trabajo y joder a su padre. Así pasó, que la bolera, un viernes por la noche, estaba asombrosamente vacía.


A pesar de todo no ha estado muy mal la cosa. No he parado por casa (huir de mis otros primos, más pequeños, ayudaba a no quedarme) y he dormido más bien poco. He bebido lo justo, me he reído más bien nada, y me he divertido... lo normal. El ambiente estaba ahí, y yo en él, y la compañía aunque no era la mejor, no era desagradable. Si no hubieran venido me habría acoplado al grupo de Taku o al de Sandra, porque de mis colegas cada vez espero menos, pero no pudo ser. Así que lo mejor es que las Fallas ya pasaron, y con ellas se fue mi primo.

Ahora Jaime quiere que le devuelva la visita. Así puede sacar entradas para irnos los dos a ver jugar al Barça en Barcelona, y así escaparse de nuevo de su padre, y posiblemente también de su novia. Me gustaría ir pronto a Gerona, pero para ver a Inés. No me gusta el fútbol tanto como para verlo en directo, y no me gusta mi primo. Así que si me necesita de cómplice, puede esperar sentado.