Con paciencia y una caña

El sábado en los primeros veinte minutos con Taku, me reí más que en todas las Fallas con mi primo. ¿Qué digo veinte minutos? Apenas diez.

Inciso para zanjar el desagradable tema de mi primo Jaime: le ha pedido a su hermano que saque por casa y deje a la vista unas cuantas fotos de Inés y él cuando estaban juntos, para que las vea Marina, su actual novia, a la que con solo oír pronunciar el nombre de aquella le chirrían los dientes y echa humo por las orejas. Con qué oculto motivo le ha pedido algo así, lo desconozco, aunque puedo imaginarme alguno. Fin del inciso.

La noche empezó muy bien, y el caso es que pintaba muy bien en general, y supongo que en el fondo así fue. Y digo supongo porque no puedo evitar cierto regusto³ amargo al recordarla. Sí, Taku y yo fuimos a una discoteca en concreto y esa noche en concreto porque allí iba a estar Sandra y a ella le apetecía vernos allí, como ella misma me dijo, y sólo eso ya me hace feliz. Además, hacía tiempo que no veía a Taku (¿dos semanas?) y a mí también me apetecía salir con él porque siempre me río mucho aunque sólo sea haciendo el payaso en la pista de baile.

Y en general me divertí bastante. Había muchas chicas guapas a la vista, alguna tan impresionante como para ponerme tenso con solo acercarme. Hice un poco el payaso, me reí mucho con Taku, bailé con una chica preciosa... y al igual que la última vez que pasó, guardo bonitos recuerdos de todo.

Pero no pude dejar de preocuparme por Taku y su consumo de alcohol. Que tampoco es que sea excesivo, sobre todo si lo comparo con el de algún otro amigo mío, así que igual es totalmente normal para alguien de su edad. Por cierto que mi dolencia de estos días no es de origen etílico, sino más bien laboral, pero no pega nada el codo de tenista con levantar estanterías de ocho a cinco. Mola más insinuar una causa sexual, que ya se sabe lo fantasmas que somos los hombres a veces.

El caso es que en los carnavales hubo algunos malentendidos provocados por los efluvios etílicos, y ni Sandra ni yo queríamos que se repitieran. Pero vamos, que lejos de conseguir nada positivo con mi vigilancia, lo que hice fue sentirme culpable en algunos momentos hacia el final de la noche.

Eso, unido al alto volumen de la música, a que ésta no era muy de mi agrado, y a tanta chica guapa a mi alrededor, hicieron que para mí la noche acabara antes que para el resto, y más bien triste. Y el dolor de cabeza que empecé a notar nada más salir al calle se hizo mayor antes de acostarme, me despertó a menudo durante la mañana, y me acompañó el resto del día, que dediqué básicamente a dormir y a tomar el sol acompañado de un buen puñado de analgésicos.


Mi autoestima se encuentra mucho más alta de lo que lo ha estado en los últimos años, pero las recaidas son inevitables. Sigo sin ver la relación a salir de noche y encontrar pareja, ni a las discotecas y ésto último. No es que el sábado yo fuera con esa intención, pero son cosas que se te pasan por la cabeza tarde o temprano. ¿Tal vez debería bailar con desconocidas como lo hice con Sandra? ¿Tal vez debería hablar con ellas como hizo Taku una y otra vez? Posiblemente el alcohol le ayudó, pero si hubiera estado en mi situación (es decir, con tres o cuatro copas menos) habría visto las caras que ponían tanto las muchachas como sus amigas. No creo que el alcohol sea la solución, al menos para mí.

Por otra parte, hay una chica en el trabajo bastante maja, y con la que se podría decir que incluso flirteo sin darme cuenta. Sin embargo, no me dice nada físicamente y tampoco hay nada especial en ella salvo que me hace más caso que el resto de la población femenina mundial, que tampoco es muy difícil. Tal vez debería empezar por pedirle el teléfono, ya que estoy casi seguro que me lo daría, y quedar con ella alguna tarde. Tal vez sin las batas blancas de la fábrica y estando los dos solos, la cosa cambie para mejor.

Leí por aquí en el comentario de alguien que cuando te veas teniendo relaciones sexuales, cuando te lo imagines y lo veas como algo real y posible, es cuando estás preparado para perder la virginidad. No sé si tiene alguna base psicológica pero me pareció bastante sensato. Tal vez es que no me veo todavía ligando, no me imagino quedando con alguien como la chica del trabajo. Pero lo veo cercano, y sé que si no me obsesiono tarde o temprano acabará llegando de la manera más simple y espontánea posible.

El viernes tenemos una cena los del trabajo. No es que esta chica venga, pero quien sabe... Igual bailo con alguien más que no sea una amiga mía.