He visto el siete

Parece que la época de cambios que atravieso sigue adelante. Entre otras cosas porque en cuestión de un par de meses es la segunda vez que salgo de noche sabiendo que trabajo al día siguiente.

Lo del viernes estaba planeado con tiempo, aunque lo de trabajar el sábado se veía venir. Al final nos fuimos Taku y yo con Sandra y sus amigos a un local donde hacen monólogos de humor. Nos reímos mucho, después bailamos un poco (yo al menos lo intentaba), y nos fuimos pronto para casa. Antes de despedirnos tuvimos tiempo de charlar un rato, y para mí la noche no tuvo nada que envidiar a la de hace dos semanas. Incluso diría que me ha sentado mejor, porque no me ha dado el bajón de aquella ocasión.

Obviamente, habiendo dormido apenas hora y media no se puede estar de subidón en el trabajo (siempre he sido sano y lo más fuerte que he tomado para animarme es café). Y por la tarde estuve atontao incluso después de una mega-siesta de cuatro horas. Pero supongo que eso es lo que experimentan millones (e incluso miles) de jóvenes cada fin de semana.

Aun así, tuve mi momento de tristeza, durante la noche y después. De cualquiera de las maneras, no le encuentro la gracia a la soltería. Sigo creyendo necesitar pareja, en ocasiones desesperadamente. No me sirve el más vale tarde que nunca, porque en un asilo no es lo mismo, ni con toda la Viagra del mundo. Me estoy perdiendo lo mejor de la vida, y lo mires como lo mires es muy triste. Comprendo quien justifica el irse de putas como modo de vida, así como comprendo que quien nunca se ha visto privado del sexo no pueda entender que alguien recurra a eso. Yo no pienso ni de una forma ni de otra. La verdad es que ya no sé qué pensar.

Y para no pensar en nada de esto, ahora que parece que la mala racha va pasando, voy a quedarme con el lado bueno del viernes. Por una parte, no apareció el monstruo en toda la noche, seguramente porque Sandra estuvo muy cariñosa conmigo. Estoy dispuesto a darle el tiempo que haga falta para que supere la vergüenza que le asalta cuando piensa en todo lo que he escrito aquí sobre ella. Le hice dudar de mis sentimientos, y comprendo que no siempre esté cómoda conmigo (a la hora de darme un beso, por ejemplo). Me lo he ganado a pulso.

Por otra parte, mi autoestima va subiendo un poquito (que no es difícil visto lo baja que la tengo a veces). Llevo dos semanas cuidando un poco bastante la alimentación, y he perdido casi cuatro kilos. Puede que parezca poca cosa, pero desde que me operaron en Enero he perdido unos diez, y hace poco vi el siete en la báscula. Es decir, he bajado de los 80 kilos, lo cual no sucedía desde mis años mozos, casi una década atrás.

Si eso no fuera suficiente para sentirse mejor con uno mismo, que tu mejor amiga te diga que se te ha notado la mejoría, y que estás guapo con la ropa nueva que con tanta ilusión por cambiar de vida te has comprado...

Yo no necesito mucho más.