Más que palabras

Llevo desde el lunes pensando en escribir este post, y todavía no sé ni cómo empezar. Y todo porque pasé la tarde entera con mis ex-compañeros de curro. Y Sandra era una de ellos.

Una tarde de lo más agradable, en un centro comercial, de compras, tomando algo, riendo. Siempre riendo. Por un momento empecé a creerme que mi amistad con Taku y Sandra no ha acabado por no trabajar ya juntos (y es raro, porque será la primera vez que eso ocurra). Incluso conocí al novio de Sandra, y pese a todos los pronósticos sigo vivo. Eso tiene que significar algo, ¿no?

Por la noche ella y yo nos intercambiamos algunos mensajes. Yo no sabía cuándo volveríamos a vernos (ahora ya lo sé), y le di a conocer este blog. Todavía no sé muy bien por qué lo hice, pero pensé que estaría bien, para variar, arrepentirme de hacer algo, en vez de por no hacerlo nunca. No digo que me arrepienta de que ella me lea, es solo que no fue precisamente la decisión más meditada de todas.

En cualquier caso, lo que me ha tenido dos días pensando en todo esto son sus palabras una vez leyó algunas de las cosas que escribí sobre ella. Palabras que no escucho todos los días, que me hicieron emocionarme y que no sé si me merezco, pero bienvenidas sean. Y me hicieron feliz. Me sentí querido. Y eso es algo que no experimento a menudo.


El lunes vuelvo a la fábrica, aunque sé que no debería. Tengo que estudiar, y así no podré hacerlo a tiempo completo, pero haré lo que pueda. Tendré que renunciar a muchas cosas para poder compaginar el trabajo y la oposición, pero al menos estaré cerca de alguien muy especial.

No veo la hora de que llegue el lunes para ir a trabajar. ¿Estaré gravemente enfermo?