Un P.R. en condiciones

Hacía ya tiempo que no ocurría, pero como bien dijo el educador Ignacio, nosotros solucionamos nuestros problemas con un P.R. en condiciones. Y si algo necesitaba yo después de la semanita de curro que me he pegado, era eso: una comilona como Dios manda, con mis amigos de siempre, en mi (¿nuestro?) restaurante favorito: Pizza Roma. Y no hay que ser muy avispado para deducir que, con ese nombre, se trata de un italiano.

Seguramente no es el mejor restaurante de Valencia. Para mi gusto las mesas son demasiado pequeñas, el ambiente a menudo es demasiado ruidoso, y los camareros en ocasiones te sirven demasiado deprisa. Pero las camareras son demasiado guapas como para fijarte en todo eso, y los platos tienen demasiada comida como para quedarte con hambre (por no hablar de la calidad de la pasta, y las pizzas, y los postres...). Y reconozco que la comida italiana me gusta mucho. Por no decir demasiado.

Así que hoy ha ido muy bien la cosa. Y aunque mi jefe me diera el lunes libre y me lo haya quitado antes de tomármelo de verdad, hoy he descansado bastante. Y mañana pienso ayudar a mi madre a hacer la paella dominguera tradicional de estas tierras, a ver si aprendo (aunque sólo sea un poco) a cocinar tan bien como ella.

Porque nunca se sabe cuándo pueden llamar a tu puerta.