Divagando (o "qué malo es tener sueño")

Sigo aquí, no me he muerto (ni nadie cercano, a Dios gracias). Hoy ya estamos todos en casa, y aunque quien más lo ha notado ha sido el perro, yo también lo notaré.

Ya no iré al hospital a diario aunque mi madre me diga que no es necesario, así que podré dormir un poco más, supongo. Y podré volver a bloguear. Y darle al vicio (los videojuegos, malpensad@s. El otro vicio nunca lo he dejado). Y pensar en Sandra. Y ver sus ojos verdes cuando cierro los míos. Y echarla de menos cuatro días antes de que acabemos el contrato en la fábrica. Vamos, las cosas típicas que el Weenie le dice en el curro. Pero ella sabe que es todo broma (aunque a veces la haga dudar), ya que lo nuestro siempre será platónico. Porque ella quiere, claro...

La frontera entre broma y realidad con este tema es tan fina que apenas se distingue la una de la otra. Sé que yo no colaboro a separarlas con todo lo que digo, pero también sé con absoluta certeza, por una vez y sin que sirva de precedente, que no siento nada serio por ella. Nada que no sea una bonita amistad, que ojalá dure mucho tiempo.

Por si alguien se lo pregunta, todo ha ido muy bien con lo de mi madre. Tan bien que los primeros días cuando iba a visitarla no podía evitar mirar de reojo a la chica que había en la cama de al lado por lo mucho que se parecía a Inés. O eso me parecía a mí, y el hecho de estar en la planta de maternidad del hospital ayudaba bastante a dejar volar mi imaginación. Esta chica se fue, y la mujer que volvió tenía una hija. Y vaya hija.

En fin, prefiero quedarme con estos detalles frívolos, machistas, o lo que sea. Antes eso que recordar a mi madre sedada y con la mascarilla de oxígeno puesta. Por cierto, hoy es su cumpleaños. Tal vez el regalo haya sido este año de ella para nosotros: tenerla de nuevo en casa.


P.D.- Puede que este sea mi post más improvisado de todos, pero me sabe mal pasar mucho tiempo sin escribir. No es que quiera abandonar el blog (nada más lejos de mi intención), pero tampoco tengo que devanarme los sesos cada vez que quiera escribir. Mi vida no es tan interesante, así que si escribo debe ser para mí. Pero no es fácil, sabiendo que existe la posibilidad de que alguien me lea.

"Better to write for yourself and have no public, than to write for the public and have no self."