Perdiciones varias

Pasado el susto de ayer, tengo que decir, antes de nada, que los que hayais pasado a realizar la prueba empírica para ver si con el IE realmente mi blog tenía pinta de diario de Boris Izaguirre (gracias Nachete, no sabía cómo llamarlo y tú lo has clavao), ya no habreis visto casi nada: el error fue corregido por mí nada más descubrirlo. Faltaría más.

Y aunque hoy no pensaba escribir, tras el comentario multipunto de Valery tengo que decir algo. Puesto que las palabras del educador Ignacio parece que no han caído en el olvido, voy a explicarlas antes de que creen más espectativas, porque no es para tanto. Lo que pasa es que me pillaron descolocao, y claro... Uno se imagina cosas raras.

Ni Polvo Romántico, ni Pedazo Rabo, ni nada de eso. Mucho más sencillo: P.R. es nuestro restaurante favorito (al menos el mío lo es), Pizza Roma. Obviamente la parte de nuestros cuerpos que nos delata es la barriga. La comida italiana me pierde. Como las mujeres.

Al hilo de lo cual, debo decir que ya he superado la vergüenza de ayer, ya he sacado la cabeza del hoyo, y ya vuelvo a mirar al frente. O al frente pero un poquito hacia abajo. O por detrás, que mola más. El verano se acerca y la biblioteca se llena. Y que sepais que pienso pasarme al activismo, por la abolición de las piruletas en el campus en favor de la erradicación del priapismo estival. No por mí, ojo, por un amigo. Que yo tengo un control absoluto de todos mis músculos (los que me conocen bien me llaman... el hombre de hielo)
NOTA: para el último link, véase el capítulo V

Ejem...

Cambiando totalmente de tema, el año que viene a ver si me da la vena y me voy de viaje al E3 2006 (Electronic Entertainment Expo), lo más de lo más en tecnología y lo ultimísimo en videojuegos. Si hubiera ido este año habría visto la presentación del True Crime, o del Gun, o de alguno de carreras, o de... ¿algo relacionado con el rol?

Me pierden los videojuegos, me pierden. Qué se le va a hacer. Los hombres, aunque no os lo creais, somos simples. Yo por lo menos. Y si hay algo que me sube la moral muchas veces, es lo mismo que me la baja otras tantas.