Qué les darán de comer

Últimamente llevo una serie de posts más serios de lo que toca. Tengo tendencia a exagerar las cosas, sobre todo las malas, y con el blog le doy salida a esa vena dramática mía. Así que quería comentar un par de cosillas al margen de todo lo anterior.

Primero, que le he dedicado un ratillo al SoundBlox, y aprovechando al máximo los 3MB de hosting gratuito de que dispongo (prepárate, ^Excess^, como esto siga así pronto voy a hacer negocios contigo) he puesto una serie de cortes de audio (que no de música) de la que es una de mis series favoritas, y por supuesto del mejor personaje de humor, en mi humilde opinión, de la televisión actual: Homer J. Simpson. Siempre he dicho que quiero ser como él: trabajar en una central nuclear y tener una amante esposa y tres hijos. Me encantan las rosquillas y la cerveza, y en cuanto a la barriga y la calva, ambas vienen de camino.

También he incluido en el SoundBlox los cortes que hice de unas canciones que iba enlazando en mis posts, todas ellas al hilo de lo que en ese momento escribía. Y que, por cierto, si las encontrais os las podeis descargar. Aunque son cortes, no las canciones completas, así que no sé a quién le pueden interesar, pero bueno. Ahí están de momento.


Y segundo. Yo no sé si son cosas mías, pero tengo un algo con las tiendas de comida para llevar. Y más concretamente, tengo un algo con las hijas de las dueñas. No me gusta generalizar, así que lo diré así: todas las hijas de todas las dueñas de todas las tiendas de comida para llevar que yo conozco, están buenas. Pero que muy buenas. Y ya son tres las que conozco. La última hoy mismo. Ahora bien, ninguna como la primera.

Sólo la vi una vez en la tienda de su madre, echándole una mano un día de mucho trabajo, pero fue suficiente para no olvidarla nunca. Más que el físico, lo espectacular era su belleza. No podía negar que era hija de la dueña, tenía sus mismos ojos. Y qué ojos, por Dios. Yo le caía bien a su madre, le caía muy bien. Y tanto debí preguntarle por su hija en mis sucesivas visitas que acabó por convertirse en "la tienda de mi suegra".

Esa es otra de mis cualidades. Soy un chico bueno, educado, con estudios, de familia decente, que no se mete nunca en líos... El típico chico que todas las madres quieren para sus hijas. El típico que a las hijas sólo les produce aburrimiento.