Masaje testicular

Hoy he vuelto a quedar con mis "otros" amigos, el grupo de los anteriormente frontenistas y ahora simplemente tocahuevos. Y son tocahuevos porque empieza a tocarme los mismísimos la forma que tienen de hacer planes.

A diferencia de la última vez, no he vuelto de nuestro encuentro con un cabreo monumental. También es verdad que podría haberles dicho dos verdades de esas que piensas con veneno en la lengua y que más vale callarse para evitar problemas, pero esta vez, como casi siempre, sólo he pecado de pensamiento (palabra, obra y omisión son para maldades avanzadas, a las que no llego ni de lejos). Porque en el fondo sigo resentido con ellos, y no sé cuánto me va a durar.

Ellos siguen haciendo sus planes, y yo pienso seguir haciendo los míos, independientemente de aquellos. Porque aunque esta vez no me he cabreado, cuando hablamos sigo con ese miedo en el cuerpo a que digan alguna de las suyas y me hierva la sangre de nuevo. Y sigue sin ilusionarme hacer cosas con ellos, como antes. Es una pena, pero es lo que hay.

Cuándo cambiarán las cosas, no lo sé. Ni me importa, y eso es lo más triste.