Cinco fí­sicos y una enfermera

No, no es el comienzo de ningún chiste, ni de ninguna leyenda urbana universitaria, ni de ninguna fantasía sexual en lo que a mí me concierne. Porque también había un boxer y un chihuahua, y eso me corta el rollo totalmente.

Tal y como adelantaba el educador Ignacio en mi anterior post, anoche hicimos una pequeña barbacoa en mi casa. Desde que me mudé a las afueras con mis padres no había tenido ocasión de enseñar la casa a mis colegas, y ayer, por fin, fue el día D.

Carne de primera (y me refiero a la de cordero), y combustible a cascoporro. Cerveza, Lambrusco, Rioja, mistela... Mis recuerdos son borrosos, pero los cascos vacíos eran testigo esta mañana. Qué demonios, tampoco bebimos tanto, lo que pasa es que éramos seis. Aunque la mistela cayó casi entera entre dos...

En cualquier caso fue una noche muy agradable, para mí en la mejor compañía posible, y espero que no sea la última por el estilo.

Os lo estareis preguntando, sé que algunos me lo vais a preguntar. ¿No hicisteis fotos? Pues sí. Pero permitidme que respete la intimidad de mis invitados.

Bueno, vale, qué demonios.

Ya me buscaré un abogado si hace falta.